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Por cierto, todas las imágenes, exceptuando mi careto que es el que mi madre me dio en su día, han sido sustraídas y robadas del mundo virtual de modo legal, por lo menos eso es lo que afirmaré delante del juez.
Es broma.
Si alguna de ellas tuviera copy raid y casualmente eres el propietario de tal derecho y de la imagen, por ahí abajo está mi correo, me lo dices, te la devuelvo, y tan amigos.

Por otro lado, todos los textos de este blog son míos, si apareciera la pluma de otro, lo haría con su firma. Siempre.
Si te llevas alguno, cita y enlaza, no me importa que compartas, pero que yo no me entere de que te lo has apropiado.
Internet es un pañuelo.


LIVERTAD. Jamás me obligareis a escribirlo con B

10 febrero 2012

EL ABRIGO



Una vez dejé el abrigo de la inocencia colgado de un perchero, si quiera me di cuenta de que no podría volver a entrar en aquella habitación y que a su vez, jamás podría volver a salir de ella.
De vez en cuando me detengo y veo el perchero, y mi abrigo.
También de vez en cuando deseo acercarme a él y ponérmelo de nuevo.
Rebuscar en sus viejos bolsillos y encontrar cosas. Todas aquellas primeras cosas. Los recuerdos de todas la primera vez, los silencios que terminaban en risas escandalosas, un chichón, y el peta zetas que repetía la sorpresa siempre, ese beso que no fue el primero pero fue el más bonito, y un alma limpia.

Zarandeo el perchero y mi abrigo cae, lo recojo y zarandeo el abrigo.
Ya no suenan las llaves que abrían las puertas del mundo y puedo ver un llavero vacío. Intento recordar en que lugar las perdí pero lo cierto es que no las perdí jamás, simplemente creí tenerlas, el llavero, siempre estuvo vacío.
Solo que entonces, no lo sabía.

Todos entramos en esa habitación del perchero y todos colgamos, inocentes, el abrigo de la inocencia en él.

Existe una habitación inmensa y perpetua de abrigos raídos.

El mío no es demasiado grande y es de cuadritos blancos y rojos, con dos enormes bolsillos con solapa, el cuello vuelto y un trozo de forro descosido. Si lo ves, ten cuidado no lo arrugues más buscando el tuyo, no lo tires al suelo si crees que no cabe en el perchero, no le pongas otros encima porque ya no caben, y sobre todo, no metas la mano en ese trozo de forro y hagas el agujero todavía más grande.
Yo prometo por mi parte no buscar en los bolsillos del tuyo, no revolver tus recuerdos, no esconder tu llavero, ni abrir tus golosinas con sabor a fresa.
Para mí tu abrigo de la inocencia es sagrado, dejemos que los abrigos de los demás se apolillen de modo natural porque el tiempo así lo quiso.
Dejemos, que al abrir de nuevo los ojos el abrigo continúe estando solo en el perchero, protegido, en su inocencia, de las cosas no inocentes que lo rodean.


7 comentarios:

Magras dijo...

Creo que tengo una aguja y un poco de hilo. No sé coser ni se me da especialmente bien enmendar mis propios errores, pero yo también tengo un abrigo de esos que, en tardes de fría soledad, todavía me pongo...

¿Puedo ayudar a coser tu abrigo?
Un besazo, Ana, me encantó el principio, muy Sabinero con un toque propiamente tuyo que lo hace perfecto ;-)

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Dependiendo de la edad, el abandono del abrigo de la inocencia nos alegra más o menos, aunque luego lo añoremos.

Comparto la idea de no sacudir los abrigos ajenos. Disfrutar de la inocencia de los demás es algo hermoso.

Un saludo,

aspid dijo...

disculpadme ambos el retraso y las prisas, ando con un pecese descogorciado.

te dejo, magras coser mi abrigo. gracias :)

y sí, Pedro, la inocencia es algo hermoso.
bienvenido.

Magras dijo...

Ana!!! mucho tiempo sin leerte. El otro día no estaba, mi móvil sigue cuando yo me marcho del fb

Un besazo

Mr Blogger dijo...

Creo que en realidad no guardamos ese abrigo, creo que en realidad muchas lo tiramos o lo dejamos a la beneficencia o lo usamos para otras tareas rompiendo su tela en trozos para hacer de paño o retales para hacer otras cosas. Quizá al principio estropeemos la inocencia con juegos o por accidente y ya luego no nos quede bien, rota y sucia y nos avergoncemos de ponérnosla. ¿Quien sabe? cada uno tenemos nuestra historia de como la perdimos...

aspid dijo...

muy cierto blogger, muy cierto.
bienvenido.

QueCanonicenAlVirtuoso dijo...

Como ya no escribes en el blog... ¿dónde te hago yo regalos de estos?


Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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