Fecha de prescripción.

Poco ducha ando en leyes, temas gubernamentales y mariconadas varias que rigen este país de soplapollas; como además tengo un pequeño vástago de poco más de tres años, hasta que la CNN no decida retrasmitir las noticias a través de los Lunnies, poco me entero yo de lo que pasa, no ya por el mundo, sino, en la provincia de ahí al lado.

Pero de vez en cuando planto los ovarios en la mesa y digo, ya basta, quiero ver personas en la caja tonta, el parte meteorológico, y si se tercia el CSI, así que vete a jugar con los coches, con el puzzle, con la cocinita o a arrancarle los pelos a tu hermana si es lo que te viene a bien, pero ahora, déjame ver las putas noticias, que ya me habían convencido de que me iba a matar este invierno la gripe A, y aún no me he enterado de porque demonios no me he muerto.

Y ¿Cuál es mi sorpresa? Las cosas no han cambiado desde la última vez que conseguí verlas –las noticias- y sobre todo, oírlas -allá por el verano del año pasado-. Quiero decir que los temas son los mismos y, los periodistas que narran los sucesos siguen hablando igual de mal.

Consigo tres minutos de tranquilidad para oír que han detenido un etarra en bicicleta, indocumentado y armado.

Suena ridículo, un etarra en bicicleta, coño, podría ser el título de una canción de la oreja de bangoht, un poema de Gloria Fuertes y si me apuras, una película de Alfredo Landa.

Pero para rizar el rizo la frase del señor que te lo explica es la siguiente:

Se ha detenido supuestamente, a fulano de tal.

¿Tú entiendes que supuestamente es fulano de tal?

Porque lo que yo entiendo es que supuestamente lo han detenido, como si me dicen que supuestamente se han ido de copas sin poder confirmarme que previamente había pasado a comer algo por el Bulli.

Se han comido un quien, como quien se come cualquier cosa.

Pero bueno, gilipolleces gramaticales aparte, que aunque chirríen no dejan de ser gilipolleces, tenemos por ahí otro etarra, creo que esto último es sinónimo de terrorista, al cual no se le va a juzgar por un crimen cometido, porque ha prescrito.

Y yo me pregunto ¿en este país de anormales quien fue el lumbreras que le puso fecha de caducidad al asesinato? Porque es para colgarlo como a las sartenes, esto es, por el rabo y cabeza abajo.

Y la viuda está indignada –fíjate que cosas- porque al señor se le va a juzgar por aquello y por lo otro y a nadie le importa que a ella le arrebataran la vida, el mismo día que a su marido, porque todo el mundo tiene los santos cojones de mirarla a la cara y decirle: señora, que de eso ya hace mucho. Y mientras, la familia y la gente con dos dedos de frente, levanta pancartas caseras con una breve palabra: justicia. Y la justicia –fíjate que cosa tan rara también- anda mirando para otro lado y tarareando aquello que aún no tiene letra.

Y así vamos.

Con las fechas de prescripción en el envase de la dignidad y la justicia, y los que encarcelan tres años por haber robado una gallina a finales de los setenta, borracho, adolescente y sin delito de sangre porque al final, la gallina acabó de nuevo en el corral y no en el puchero.

Jódete y baila.

Y yo ya he dejado de preguntarme porque pasan estas cosas en este país de mierda, ni hasta cuando van a pasar, ni si quiera quiero saber porque he dejado de preguntármelo, a mí lo que me gustaría saber, es, porqué y hasta cuando, vamos a dejar que continúen sucediendo.

Somos una panda de borregos.