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Por cierto, todas las imágenes, exceptuando mi careto que es el que mi madre me dio en su día, han sido sustraídas y robadas del mundo virtual de modo legal, por lo menos eso es lo que afirmaré delante del juez.
Es broma.
Si alguna de ellas tuviera copy raid y casualmente eres el propietario de tal derecho y de la imagen, por ahí abajo está mi correo, me lo dices, te la devuelvo, y tan amigos.

Por otro lado, todos los textos de este blog son míos, si apareciera la pluma de otro, lo haría con su firma. Siempre.
Si te llevas alguno, cita y enlaza, no me importa que compartas, pero que yo no me entere de que te lo has apropiado.
Internet es un pañuelo.


LIVERTAD. Jamás me obligareis a escribirlo con B

30 septiembre 2011

sueños





Me acerco sigilosamente a mí misma y me pregunto en voz alta ¿sabes lo que son los sueños rotos? tomo aire me levanto y me voy hacia el espejo. Durante unos minutos intento articular palabra y contemplo el reflejo de un rostro cansado, unas lágrimas que caen. El silencio continúa allí, traspasándome en minúsculas partículas de odio.
No consigo contestarme porque no quedan palabras para expresarlo, entonces, vuelvo a dirigirme en voz alta a mi yo dañado.
Lo sabes, claro que lo sabes.
Y mi yo fuerte me habla y me lo recuerda.

Un sueño roto es esto que ahora tienes en las manos. Nada. Solamente vacío. ¿creías que merecías ese sueño? Creíste demasiado. ¿esperabas que una sola vez saliera bien? ¿en qué mundo vives niña? En el mundo en el que vives no hay nada para ti.

Y frente al espejo otra lágrima resbala por mi cara. Debe ser cierto. Mi yo fuerte es más listo, él no se decepciona fácilmente porque nunca espera nada, porque aparta prioridades y responde ante ellas, porque dejó el corazón en una maleta y nunca se rinde ante la adversidad.

Pero al contemplarme veo que continúa habiendo lágrimas, que me duele, que me ha hecho daño, que me siento pequeñita, que me siento nada, y no me consuela pensar que aspiraba demasiado, que era mucho, sin ser gran cosa, para una pobre mierda como yo.

Estoy harta, digo sin apenas voz y ni tan si quiera yo me oigo, siendo consciente de que si lo gritara tampoco iba a cambiar nada.
Estoy harta, me repito, y busco una explicación coherente de porque me robaron la vida y no se me permite un respiro.

Ahora se ha marchado, el yo impertinente está fuera, me quedo a solas con mi angustia y mi impotencia, con mi rabia mal digerida que me golpea las entrañas, con las preguntas sin respuesta, con la sensación de que no soy nada. Machacando mi auto estima. Minando la poca fe que me quedaba.
¿sabes lo que son los sueños rotos? sí, ya lo creo que lo sé.
Los sueños rotos son esto ¿no me ves yo hijo de puta? esto es Otro sueño roto, otra vez sentir que no soy nadie, que no tengo derechos, que a mí se me puede vapulear simplemente porque soy yo, que se me puede zaherir sin motivo.
Yo soy un sueño roto, un quise pero no pude, un ya voy aunque no pueda, un tal vez y ya no quedan, un quizá, y la cabeza rota sólo porque era yo.

Enciendo otro cigarrillo y le digo a mi yo absurdo que tiene que levantar el culo y vestirse de gala, que la vida continúa fuera de este cuarto oscuro que es mi dormitorio y el lugar dónde me escondo cuando me muero, y salir a hacer ver que no ha pasado nada. Que nadie sepa que hoy he muerto de nuevo. Que nadie intuya que tengo una brecha que sangra y será fácil hacerla grande. Que debo colgarme la sonrisa de mentira y disfrazarla para que parezca auténtica.

Unos minutos más me suplico a mí misma, quédate unos minutos más escondida, aún no te echan en falta y todavía no estás preparada para enfrentarte al mundo real, al de verdad, ese mundo que mastica tus sueños y los vapulea sin contemplaciones.
Y vuelvo a preguntarme todas esas cosas que carecen de respuesta, esperando de modo ingenuo que alguna de ellas se presente y me haga sentir, no bien, simplemente conforme con la decisión de haberme ahostiado de nuevo.

Algo que me confirme que me lo merezco.
Algo que me consuele al culparme.
Algo, lo que sea, no simplemente esto.

Te jodes y ya está, me increpa el impertinente y cabrón yo que ha vuelto.

Pero no voy a salir del dormitorio. No quiero salir. No me gusta lo que hay fuera. No tengo fuerzas para enfrentarme a la vida.

Quiero quedarme aquí, escondida, donde nadie pueda verme, con mis preguntas sin respuesta, con mi impotencia, con mi rabia, en silencio.

Y morirme.


2 comentarios:

aspid dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
aspid dijo...

gracias samotracia, desconozco porque no aparece tu comentario aqui y si en mi correo, agradezco tus palabras.


Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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