Sumo con los dedos y resto peor aún; lo cierto es que los números no me gustan. Hay cosas que no me gustan y los números, están entre ellas.
Como sumo y resto malamente, de vez en cuando no me salen las cuentas y me quedo a bolos intentando comprender que ha sucedido y porqué me llevo dos.
Tengo edad suficiente para contar de cabeza pero me es imposible cubrir mis carencias.
Así que hace tiempo que dejé de jugar conmigo misma y con los números, y me dedico a otras cosas.
Tengo en las venas dos gotas de sangre que son más fuertes que yo. Sólo dos son suficientes.
Más grandes que el tono de mi piel o el color de mis ojos. Más grandes.
He aprendido a nadar en vuestro mar, a mezclarme entre vosotros; y sin embargo vosotros sois incapaces de verme.
No habéis aprendido nada.
No importa, o sí, porque me da ventaja, pero estáis ciegos.
He aprendido tanto y tan bien, que a veces hasta yo misma me confundo y me creo parte de vuestro mundo, con vuestro color y con una vocalización perfecta. Sin haberos dejado rastro, sin haber inscrito una sola huella.
Pero es mentira, y mi ventaja se convierte en desventaja cuando alguien amenaza con juzgarme y todos mis bloques caen uno por uno, desde arriba, mientras yo intento que se desvíe la mirada hacia otro lado y se deje de mirarme a mí.
Dos gotas de sangre. Dos.
Malditos números.
2 comentarios:
Se te da mal sumar, dices. Y sin embargo se te da muy bien multiplicar. Desde que te conozco solo te he visto hacerlo: multiplicar palabras, multiplicar hechos, multiplicar trabajo, multiplicar ilusiones. Es increíble que con tu capacidad pienses en carencias. Repito...si quieres sumar con los dedos será porque te da seguridad. A mi me pasa lo mismo cuando cuento sílabas de los versos (algo que hago solo por comprobar si se ajusta métrica con ritmo, aunque no lo necesito, sinceramente)...bueno el caso es que en este escrito hay mucho más que unas cuántas disquisiciones matemáticas. Uno de los temas apasionantes es el de saberse de fuera de la normalidad, de lo que se mueve y de quienes mueven las cosas - sus cosas - ahí fuera. Y, sin embargo, saber hacerlas bien...aunque no compartas ni actitudes ni modos. La ventaja de mirar desde la distancia es leve cuando se trabaja sin ella. En cualquier caso me da la impresión de que no eres justa con tus huellas. Las dejas. Y se pueden ver. En tu blog mismo. En NW. Eres de las que crees que pisas menos fuerte de lo que lo haces. Pero no es así. Hay una gran escritora en Ana Obis. Y con un enorme acervo literario dispuesto a saltarle a la yugular a cualquier crítico mediocre. Claro que esos están bien parapetados y no se exponen. Por eso son críticos y no crean: solo juzgan. Triste papel el suyo. Obligados a conferir carta de naturaleza en base a opiniones rebatibles y subjetivas. Ojalá se atraganten. Yo nunca hago críticas, solo reseñas.
Por lo demás, malditos números vacíos, maldita cantidad. Solo valoro la calidad en la diferencia. Solo valoro la cualidad y la valentía. Y el buen fondo, el buen corazón. Y tus dos gotas transitan a menudo por uno que lo es.
Posiblemente.
Gracias.
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