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Por cierto, todas las imágenes, exceptuando mi careto que es el que mi madre me dio en su día, han sido sustraídas y robadas del mundo virtual de modo legal, por lo menos eso es lo que afirmaré delante del juez.
Es broma.
Si alguna de ellas tuviera copy raid y casualmente eres el propietario de tal derecho y de la imagen, por ahí abajo está mi correo, me lo dices, te la devuelvo, y tan amigos.

Por otro lado, todos los textos de este blog son míos, si apareciera la pluma de otro, lo haría con su firma. Siempre.
Si te llevas alguno, cita y enlaza, no me importa que compartas, pero que yo no me entere de que te lo has apropiado.
Internet es un pañuelo.


LIVERTAD. Jamás me obligareis a escribirlo con B

09 marzo 2010

Espíritu rebelde.


Existen cosas y cosas, momentos y motivos.

A veces es hasta posible aquello de que te meas fuera del tiesto. ¿Sinceramente? Yo ya no sé que es lo que más me toca los cojones.

No sé, será la edad.

Lamento, para el tormento de algunos, ser tan asquerosamente yo -y al que no le guste que se joda.- es parte de mí ser yo misma, que vamos a hacerle; unos van, otros vienen, y a mí, me gusta observar como pasean por la vida.

Observando se aprende alguna cosa y se entienden muchas otras, la práctica es sencilla, trasladas datos puntuales a la maqueta mental, y vas componiendo una imagen más global.

El secreto, el gran secreto, está en los detalles ínfimos.

Si hay algo que me ha tocado siempre los cojones ha sido la hipocresía, las excusas y la falta de principios, coño, uno sólo, aunque sea el no tenerlos. Cada día soy algo más antisistema, más ácrata, cada día me tocan más los cojones los borregos.

Y cada día soy menos tolerante.

Y eso, si que no es culpa de la edad.

PARTE PRIMERA.

Días atrás, paré un momento en una cafetería que me queda enfrente del colegio del crío, había llegado pronto a recogerlo con la intención de parar diez minutos en mi vida tipo, -corre/corre- la cafetería no tiene gran cosa, de hecho, me dan repelús las gallinas que tienen por madres el resto de niños, tan monas, tan pijas, tan insidiosamente gilipollas todas ellas, pero la camarera es agradable, y, aunque sea de vez en cuando, me gusta parar y charlar con ella.

Sé que no doy exactamente el perfil de madre de niño de tres años que cursa en el colegio ese venido a más, no es mal centro, entiéndase, pero no deja de ser un colegio público, que simplemente está ubicado en una zona chachi piruli. A mí me tocaba por cercanía, no por guapa, claro, y así nos va.

Y allí se suelen plantar ellas, de peluquería, monas, ataviadas como si se fueran de juerga después de recoger al enano de turno, con esos culos y esas tetas que nadie hubiera dicho que parieron hace no tanto, y hablando entre ellas, normalmente, de nada.

Así, en grupo, dan hasta miedo, pero si te paras un momento a observarlas más profundamente lo que dan es grima, y mucha, dentera por todos lados, son, por la relación, como el chirriar de una tiza en la pizarra.

Y yo, ellas y yo.

Sola, en la barra, -que es donde se sientan los macarras- con mi pantalón militar mimetizado, con sus bolsillos llenos de cosas, -que me suena el teléfono y mientras lo encuentro, pierdo la llamada tres veces- las botas de cuero y caña alta, de cordones y de montaña, las gafas de sol puestas, que no de color, sino de espejo, -porque al entrar en el bar se me olvidó guardarlas en uno de esos bolsillos monovolumen- mi jersey de lana, blanco, con ochos y de cuello dos veces girado, y como no, el abrigo, que cabemos yo y otra Ana de casi las mismas dimensiones.

¿Y que?

PARTE SEGUNDA.

Desde hace unos meses ando discutiendo con la administración, concretamente con el ayuntamiento de este pueblo, por un pequeño incidente con mi coche; una valla y mi faro que tuvieron desavenencias un día, mi coche es mío, y la valla parte del mobiliario urbano. Un mobiliario urbano que ha roto unos trescientos faros más. Con el mío, trescientos uno.

Así que denuncié al ayuntamiento y el ayuntamiento me llamó torpe.

Y yo, claro, como no podía ser menos, me ofendí.

Y por supuesto, continuo con la denuncia porque esto no se va a quedar así: a mí nadie me rompe un faro, me llama torpe, niega la evidencia, me sugiere que aparque en otro lado, y se marcha de rositas, ya sea el ayuntamiento o la puta madre que parió a la democracia, a los estatutos y la constitución al completo.

¿Demagogia? Y una mierda.

-continuará-

PARTE TERCERA.

Yo, en la barra, ataviada como es de menester para lidiar con la vida y los tiempos que nos ha tocado vivir, calentita, con la carta de desestimación del ilustrísimo en el bolsillo, en la tele hablando de un tsunami del cual nos informan cuatro días después del terremoto de Chile, a mi lado, una de las gallinas, -que vino sola y cacareaba desde su palo- y, la camarera simpática.

Nos informan de lo que quieren estos hijos de puta, pensamiento en voz alta que se me escapa, como se me suele escapar todo lo que me jode.

La gallina que me mira, yo que la veo y que le digo, ¿Qué no? Nos cuentan lo que les da la gana y como les da la gana.

Y que vamos a hacerle, me dice.

Pues hombre algo podríamos hacer. ¿Sabes lo que pasa? Pasa que esta sociedad está aborregada, que dejamos que nos manipulen, y que lo más gordo, es que nos da igual.

Y que vamos a hacerle, me pregunta.

[INCISO: a esto me refería cuando decía que ya no sé que es lo que más me toca los cojones, antes lo hacía el hecho de la cobardía, el no rebelarse. Ahora, lo que realmente me toca los huevos es la aceptación y la indiferencia. Porque este estado segundo es el punto de no retorno]

Me preguntó, con sorna y mirando a otro lado ¿qué vamos a hacerle? Una pregunta resignada, propia de un borrego, borrega, en este caso.

¿Qué vamos a hacerle? ¿Qué vamos a hacerle? La madre que la…

Imaginad por un momento como se me inflan las venas del cuello, se me enrojecen los ojos y me apura una taquicardia, y en ese estado catatónico, inclino mi cuerpo hacia la barra, como si hubiera algo que me impidiera verla al completo –a la borrega- y le digo:

¿Qué que vamos a hacerle? Coño, ¿levantar la mano y dar un golpe en la mesa? ¿Quejarse? ¿Luchar?

¿Levantar la mano? Me dice, si la levantas te la vuelven a bajar.

Pues la levantas otra vez, la levantas todas las veces que sea necesario, hasta que se te oiga…

Y mi tono, tanto el verbal como el sonoro, iban subiendo, poco a poco, in crescendo. Tengo la puta cola de paja, lo sé.

De toda la vida.

Y sí, afiliación a las causas perdidas.

… y cuando por fin se te oiga te cagas en su puta madre, y les dices lo que piensas, tú, y el otro, y mil golpes en la mesa, o cuatro millones, que son los que habemos, y la información al día, y sin demagogias sobre el tema, y…

Ana, ¡CHAS! La dulce voz de la camarera ¿este fin de semana, te vas?

¿Qué te debo? Dice la hija de la oveja.

Uno veinte.

Depende, contesto, ¿Son las cinco? Pregunto mientras miro el reloj del Nescafé que cuelga tras el poto, cóbrate, hasta mañana.

Y me voy a buscar a mi cachorro.

¿Qué has hecho hoy en el cole?

He jugado con Sebastián, y me ha quitado el coche.

Vaya ¿le has preguntado porqué? ¿Le has dicho que te lo devuelva?

No.

Mal vamos.

Se lo he dicho a la profe.

Peor aún.

Me ha dicho que un rato cada uno.

Te lo advertí.

Entonces he ido, se lo he pedido por favor, no me lo ha dado y se lo he quitado a tirones.

Bueno, a lo mejor todavía hay esperanza, de tal palo...



4 comentarios:

Incierto dijo...

Ay, BastetAspid. ¿No sientes que tu alma de pagaimpuestos se ha puesto en peligro con ese alterar el letargo mental de la mamá-bienpensante?.

Mal. Se te afea la conducta. Date cuenta de que incluso podrías haber forzado su mente a pensar en lo que estaba viendo realmente. Y ello la habría conducido a un indeseable inconformismo consciente. ¿Te suena?

Por tanto, se te condena al pago del faro, de la valla, de las costas, del papel que haya tenido que gastar el (oh) Excelentísimo Ayuntamiento, del disgusto por la perenne injusticia, con el agravante de certeza de que lo mismo (en distintas variantes) es lo que va a seguir sucediendo ... en tanto no nos invada otra sociedad menos agilipollada. Y más pobre en objetos, probablemente.

Siendo así, se te añaden a la pena 1.007 horas de Trabajo Social, consistente en aprender a reirte sin más de cuanto te rodee... pero sin inquietar a los pececillos-mentales mientras se toman algo.

Hemos dicho hoy, desde El Tribunal Del Absurdo.

Saludocordios.

aspid dijo...

¿No sientes que tu alma de pagaimpuestos se ha puesto en peligro con ese alterar el letargo mental de la mamá-bienpensante?.

pueeeeeeeeeeeeees............. eh no.
pena, penita, pena.


Mal. Se te afea la conducta.

vale.

podrías haber forzado su mente a pensar en lo que estaba viendo realmente. Y ello la habría conducido a un indeseable inconformismo consciente. ¿Te suena?

pues sí, pero me la suda.

Por tanto, se te condena al pago del faro, de la valla, de las costas, del papel que haya tenido que gastar el (oh) Excelentísimo Ayuntamiento, del disgusto por la perenne injusticia...

cooooooooooooooño...

...con el agravante de certeza de que lo mismo (en distintas variantes) es lo que va a seguir sucediendo

pues si que...

Siendo así, se te añaden a la pena 1.007 horas de Trabajo Social...

¿libres de impuestos?

consistente en aprender a reirte sin más de cuanto te rodee...

ah.

...pero sin inquietar a los pececillos-mentales mientras se toman algo.

joder, que rollo.

Hemos dicho hoy, desde El Tribunal Del Absurdo.

pues Amén.

y para tus saludocordios, fraterbesos.

Yandros dijo...

Me meo
Procuraré no rozarte el coche.Pero bueno, yo pertenezco al pueblo, asi que todos colegas no?
Abrazos. Gratis.

aspid dijo...

no, a ver, que si me lo rozas no tiene porque pasar nada.
el problema vendrá cuando me digas que si no quería yo que me lo rozaras, me hubiera venido en bici.
ahí es cuando yo me encabrito y recojo firmas para quitarte a ti el carné.

besos. sin IVA :P


Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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