Gaia es el nombre de un periquito que tengo, periquita en realidad, de color azul y pico marrón, hace unos cuatro años que va dando vueltas por el mundo con nosotros.
Mis conocimientos en ornitología son tan extensos, qué, cuando nos la regalaron yo dije: coño, un canario no es, esos son amarillos; sapiencia popular y memoria “amarillo como un canario” así, esas cosas nunca fallan.
Y no, no es un canario, como su color No indica, es azul, ergo, es un periquito.
Come pienso de periquito y pía de esa manera absurda, como pían los periquitos: pío, pío, separado por un espacio temporal, a la espera de algún pío intermedio.
Le gusta estopa y Joaquín Sabina, y cuando los oye, PÍO PÍO, más. Más a menudo, quiero decir.
Como iba diciendo, si la vida de un pez en una pecera, me parece lo más tonto imaginable, -GLU GLU GLU en círculo, y ya- lo de Gaia, ni te cuento.
Suéltala, pensareis, pero ¿A dónde va un pollo del trópico, en esta basta estepa? Bueno, digo yo que será del trópico, en realidad jamás le pregunté, y ella, no es muy dada a conversar.
Después de cuatro años he conseguido que no me perfore las manos cuando le cambio el agua o le pongo comida, todo un logro, porque todo lo que tiene de azul, lo tiene de borde.
Pero yo, -que soy así y no de otra manera- intentando que su monótona vida sea algo más llevadera y agradable, hace unos días le compré en el super un chisme para que se suba y se columpie, con espejo incluido para que se vea. Verde, bonito.
¿Eso que es? Preguntó mi hija al verlo, un columpio para Gaia.
Gaia es un periquito, mama, y eso, es para loros.
¿Qué dices? –Que desazón y que desconcierto, por diox- ¿eso que coño va a ser un loro? –El del dibujo- eso como mucho, es una cotorra.
Una cotorra, no es un periquito.
JE, a lo mejor te piensas que Gaia lo sabe. Si yo no sabía lo que era, ella tampoco. O ella va a saber más que yo de lo que es o deja de ser, ella como mucho, sabe que no es un canario.
Pues lo de la foto es un loro, y ahí, va a decir que te subas tú.
¿Cómo? ¿Con tres píos seguidos?
Tú misma.
………………
Me cago en la madre que parió al pollo de los cojones, que se me ha atrincherado en una esquina de la jaula y se mira el columpio, cabeza para abajo, como si fuera un AK-47 preparado para dispararle.
Que ni verde, ni columpio, ni espejo, que no hay nada de que la convenza de que ESO, no es el enemigo.
Gaia, guapa, bonita, baja mujer, súbete al columpio, verás que divertido… p’aquí, p’allí, p’allí, p’aquí… anda mujer, no me hagas este desprecio.
Y le canto y le pongo estopa.
Y le susurro, aún teniendo claro, que eso sí, ni ella es un caballo, ni yo un hombre.
Baja mujer, sólo míratelo de cerca.
Pero ella en lugar de mirarse el cachivache, me mira a mí, con esos ojillos negros y bonitos que tiene y, donde puedo leer nítidamente: serás hija de la gran puta.
Esto debe tener alguna moraleja, la cual ignoro, pero la tiene, seguro.
Tan seguro como que Gaia no es un canario.
Ni un loro.
Ni tampoco una cotorra.
En fin.
1 comentario:
¡¡Saludos,Aspid!! regreso después de un buen rato.
Esta entrada de tu blog se me hizo muy divertida. Esperemos que Gaia llegue a apreciar el obsequio que le hiciste.
Por cierto, la historia de Copito me pareció muy tierna; muchas gracias por compartirla con nosotros.
Publicar un comentario