Hay días en los que una quiere ser Perez Reverte.

¿para qué? para poder ser todo lo cínica y destructiva como la ocasión requiera, pero en lugar de serlo, a Arturo me refiero, lo demás, va sobreentendido, una es, simplemente lo que es, medio gilipollas entre ello, por tanto, las cosas que se pueden tomar a modo de anécdota momentánea y quizá también surrealista, se toman a pecho, ¿porqué? Pues no sé, supongo que es porque yo soy yo y no él y latina hasta la médula, ergo, medio gilipollas como he comentado con anterioridad.

Cuando las cosas dejan de afectarte en su justa medida, te despampanillan las tripas, te producen dolor de cabeza y además, se salen de madre, que todo puede ser a la misma vez, te estás comportando como un auténtico gilipollas.

Yo misma en este instante.

Pero claro, soy humana, eso enmienda mi desbarajuste emocional, y, aunque me sirve de excusa ante cualquiera, no acaba de convencerme como crítica autodidacta y personal. C'est la vie.

Y una, yo, claro, lo que quiere decir es un rotundo “vete a tomar por culo, Cabrón” y en vez de eso lo que dice es nada, pero no nada entrecomillado, que eso ya sería algo, no, dice nada, osea, silencio absoluto, rien de rien.

O quizá no quiera decir eso y por ello me callo y escribo, que es lo mismo que decir algo, pero como más discreto, aunque también más comprometedor.

Supongo, bueno no, no supongo, sé, que a diario millones de personas reciben noticias, o son conocedoras de pequeños detalles, detalles mundanos y sobre valorados que afectan, por norma, exclusivamente a ese diminuto mundo que son sus vidas, y esos detalles nimios suelen atacar a los cimientos de la conciencia, absurda, débil.

Arturo tiene días en los que comer, y puede contarte historias donde las balas le pasaron por los lados, entre él y algún compañero, historias con sangre y con muertos de verdad, historias de miedo que no suelen ir con él, y del honor, y de las verdades absolutas; pero rara vez habla de las que sí le dieron, y no te cuenta que entonces a él también le sangró el alma, que lo que murió fue más grande que lo que sobrevivió y que el miedo, el honor y la verdad, a bocados, también caminan de la mano si es preciso.

Yo sí suelo contar que las balas me dan, a mí no me rozan, para mí los detalles bala no suelen ser comedidos, más porque soy así, que por lo que realmente merecen. Y soy completamente incapaz de sobrevivir a sus ataques.

No, es cierto, no soy especialmente inteligente y para quien lo sabe es una buena arma a utilizar.

Ayer noche me pegaron otro tiro de esos, pero cuidado, sin escándalos, un tiro en mi mundo, un tiro silencioso, fuera de lugar y que me busqué solita, así que en cierto modo, merecido me lo tengo.

El poder de la palabra.

Hay juegos a los que es mejor no jugar, no siempre caes en la cuenta cuando pides que te den cartas, tampoco piensas en la baza que llevas cuando de últimas, arrastras y te joden la sota y el rey.

Así que yo hoy quisiera ser Perez Reverte, y sacarle punta al as y al tres, mandar a tomar por culo al jodido caballo y cagarme en la puta madre de quien sacó el triunfo.

Pero no puedo, me como el marrón, achanto, y espero que a nadie se le ocurra pedir la revancha. Y mañana ya veremos de que humor me levanto, porque cuando las cosas pasan mil años tarde, a mí que no me jodan, la dicha ni es buena, ni tiene color, y si lo tiene, es oscuro.

Tócate los huevos Roque que hoy, hay que joderse.