Entre la frase, deja de tocarme los cojones, niño, y niño, deja de tocarme los cojones, existe, aunque no lo parezca, una gran diferencia.
La diferencia tiene dos años y algo, el pelo rubio y rizado, la lengua de trapo y complejo de loro.
Hace frases de tres palabras, jamás palabras de más de dos sílabas, recorta todo tipo de vocablos, y entremezcla el castellano, el catalán y el idioma propio de los veintiocho meses.
Esta ecuación tiene el mismo resultado que decir que no lo entiende ni su pu.. madre que soy yo misma.
Para colmo de cachondeo, el media lengua se dedica ahora a repetir, siempre, la última palabra de la frase que has dicho.
Por lo tanto, en el ejemplo expuesto más arriba, el canijo diría algo así como: iño, piño, o haciendo alarde de superioridad lingüística te diría nene, y se quedaría tan pancho; sin embargo cabe apreciar que en el segundo ejemplo la frase termina con un cojones, que más que rotundo es circunstancial, recordemos que la que suscribe lo ha parido anteriormente, con lo cual queda vana la idea de que pueda tener pirindeles colgando entre las piernas. Aún con todo, no podemos pedirle peras al olmo, y esperar que el infante entienda la diferencia entre un cojones y un cojones – a los quiñones me remito- es demasiado,
Así que pobrecito mío, el repite lo que puede, que más o menos suena a ones, breves y concisos ones que salpican de su boca. Suerte que nadie lo entiende.
Sucede lo mismo cuando el niño dice oño, oer, o erda.
Dada esta situación enojosa e incomoda para todos, e incapaces de remodelar nuestra costumbre española de meter mínimo, un taco por frase, hemos optado por acomodarlos al principio de la oración, o darles en todo caso alojamiento en el centro, palabra arriba, palabra abajo, de la misma.
En las expresiones cortas es bastante sencillo:
Ostias, niño.
Veamos que al separar el taco de la palabra con una coma, el resultado es el esperado ya que el refuerzo vocal va destinado a la última palabra, en este caso niño, pero podría haber sido cualquier otra, bicho, trasto, demonio…
Con las expresiones de más de cuatro palabras incluido el taco, hay que tener más cuidado con la construcción, ya que podemos vernos en la tentación de incluir un segundo taco colocado al final. Suele suceder en los momentos de nerviosismo; un ejemplo sería el siguiente:
Coño niño, estate quieto, ostia.
Y otro error consiguiente al ver el resultado final de la frase, es apostillar con el primer pensamiento que nos acoge, que suele ser poco sutil: ¡mierda!
Esto nos conduciría al fracaso total.
Por otro lado, el querer solventar el error con alguna palabra añadida posteriormente, puede derivar en disparate; tomemos como ejemplo la construcción anterior:
Coño niño, estate quieto, ostia. ¡mierda! Flores.
Y quien dice flores, dice pollo.
Llegado el caso de que el resultado sea el comentado y, antes de que el impúber crea que somos idiotas, habría que solucionar el tema, cambiando de tema y continuar la frase con la última palabra dicha. Flores.
Coño niño, estate quieto, ostia. ¡mierda! Flores. Flores para la mama, la mama va a ir a comprar flores.
Incluso otra opción es hacerlo partícipe de la nueva situación:
Coño niño, estate quieto, ostia. ¡mierda! Flores. Flores para la mama, la mama va a ir a comprar flores. ¿te vienes?
Y el niño dice enes enes, y fin de la discusión.
En el caso de que en lugar de enes enes, diga sí, una maceta nueva que tienes y tres euros menos.
También podemos recurrir al viejo truco de utilizar frases hechas que no se consideran un peligro de repetición, tal es el caso de:
Me cago en tu padre.
Como vemos, el niño diría adre, que aunque al pobre no le agrade el oprobio, al padre, en líneas generales no resulta ni ofensivo, ni mal sonante.
Existe también, como en todas las normas, la excepción que confirma la regla, esto son palabras que sin ser propiamente tacos, pueden gozar de características que inducen a pensar que lo son.
En estas palabras hay que prestar especial atención, ya que pueden aparecer en cualquier momento y/o frase, incluso cuando su uso no ha sido concebido para ello y con un aire inocente.
Unos ejemplos rápidos serían: Ramón o fruta.
E incluso cabe añadir que ciertos tiempos verbales tampoco se escapan a esta ley: Pierda.
Recapitulando:
Los monosílabos no dan problemas: si o no.
Los gestos y las señales, tampoco, siempre y cuando no haya cuatro dedos escondidos y uno mirando para arriba.
Mover los labios sin mediar palabra es una solución temporal, aunque factible.
Contar hasta diez, cantar por bulerías, o, incluso morderse la lengua, son acciones válidas en una situación de desespero.
Tarde o temprano aprenderá a hablar, dejando de repetir lo que oye en casa y antes o después dirá algo que no entenderás ni tú.
Una acaba de la educación hasta el moño.
Oño oño…
6 comentarios:
muy lindo tu blog, es increible los descubrimientos que he hecho esta semana zambullida por la red. Si me permite me quedo con su blog...esto es, poner un link desde el mio, jeje. besos y a continuar creando, es un placer leerte
hola almassy, bienvenida y bienllegada a este mi pequeño mundo.
un placer que te guste, otro que te lo quedes y, otro más que lo hayas definido como "palabras y creaciones".
espero seguir viéndote por acá, yo ya me voy pasando por tu espacio.
saludos.
Joer Ana, nada más llegar de comer, leo esto ¡y no me puedo reir porque tento a mi jefa al otro lado de la mampara!.
Paciencia niña, paciencia...
¡Qué complicado es educar a un niño! aunque claro, para poder decir eso tendría que agenciarme alguno, jejejeje.
Un besito
hola xan... ¿porque me lees después de comer? ¿queso? :P
odiame, me lo merezco :D:D:D:D:D:D
pero me lo pusiste a huevo :P
hola oscuro, bienvenido y bienllegado, sí, todo un placer verte y leerte, por aquí.
¿sabes? educar a un niño más que complicado es divertido y además ellos también nos educan a nosotros, o, por lo menos, tienen muchas cosas que enseñarnos, sólo hay que querer ver.
besos.
Oño, ía!!!
Si es que contigo me pongo mala de pensar las que se me vienen encima, bastante tengo de momento con tratar de dilucidar si los chillidos son de hambre, aburrimiento, sentimiento, dolor de barriga o directamente de pañal sucio. ¡En la que me metí!
Besos y un achuchón a tu enano.
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