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06 junio 2008

"para Leopoldo"



Hola leopar, a raíz de aquel comentario que hiciste sobre que mi forma de ver las cosas, en ocasiones, te hace replantearte la forma en que tú las miras, me ha hecho recordar algo que hacía tiempo ni si quiera yo recordaba, y si me permites la osadía me concedo la licencia de escribirte esta pequeña nota, así de paso, lo plasmo en papel, cosa que antes no había hecho.
Gracias.

Cuando yo era pequeña (debía tener seis o siete años) me gustaban mucho las películas de indios, los sábados solían hacer películas de indios. Yo escuchaba atentamente todo lo que los indios tenían que decir, puesto que me parecían seres especiales, como si su forma de tomarse la vida, la muerte, el mundo, incluso los nombres que los diferenciaban, su estrecha relación con la madre naturaleza, el orden y el equilibrio...
Yo quería ser un indio.
En una de aquellas escenas peliculeras, un indio viejo le dijo a un indio joven, que un indio, jamás, pisa a una hormiga.

En mi mente infantil la imagen que se creó fue que “un indio sabe por donde pisa”, y allí se quedó, la frase, que ha ido acompañándome y metamorfoseando su significado con los años.
Más adelante comprendí, o creí entender, que a lo que se refería aquel indio de película, era a que un indio nunca mata a una hormiga porque se fija en lo que hace, después en que no la pisa porque la sabe inferior y la respeta, también he creído que no lo hacía porque la ve semejante y la respeta, de que la cree superior y la respeta, incluso porque se beneficia de que esté viva.

Yo, el indio y la hormiga hemos dado vueltas muchas veces, y siempre he querido saber qué tenía la hormiga, que era tan importante como para que el indio viejo, el que gozaba de la sabiduría, advirtiera de que no debía ser pisada.

Con los años me dí cuenta de que la cosa era bastante más complicada que un solo indio y una sola hormiga, llegándome a plantear si dentro de mi situación en el mundo, yo, era hormiga o indio, es más, en todo caso y si pudiera elegir ¿Cuál de los dos querría ser?

¿sería el indio que respeta? ¿sería la hormiga que no controla su destino?

Tan importantes son el uno como el otro, sino fuera así, hace rato hubiéramos pisado a la hormiga y estaríamos hablando de otra cosa. ¿no?

El tiempo colocó muchas respuestas sobre las preguntas.
A lo largo de mi vida he sido indio, hormiga, tercer espectador, hasta me he aventurado a ser el viejo que plantea la duda, en todos los casos he aprendido algo, incluso a equivocarme, pero principalmente me he dado cuenta de que somos todos a la vez y ninguno de ellos al completo.
Siempre hay alguien por encima de uno, siempre hay alguien por debajo, alguien que sabe más, alguien a quien enseñarle algo, alguien a quien ayudar, alguien que te tiende una mano.
El viejo indio le estaba dando la clave de la felicidad, porque la felicidad, está en el equilibrio.
O al menos es a la última conclusión a la que yo he llegado.
Quizá no sea esta la correcta, quizá suceda algo mañana que me haga replantearme de nuevo porque demonios un indio jamás pisa a una hormiga, -y fíjate que digo “una” no “la”- pero es importante y es bueno volver a poner cíclicamente sobre la mesa todos los temas.
Los que creemos zanjados, también.




Han pasado muchos años desde que la hormiga y el indio duermen conmigo y siguen quitándome el sueño.



7 comentarios:

Ilión dijo...

Pues fíjate que yo creo que es tan simple como que pisar una hormiga, al indio, no le produce ningún beneficio. Quiero decir que no se la come, ni está eliminando a un competidor en la cadena alimenticia.

Al contrario, dejándola vivir está preservando el ecosistema.

¿Por qué entonces habría de destrozar una vida/joder al prójimo? ¿Sólo por el placer de hacerlo?

Otra cosa es que hubiese una auténtica plaga de hormigas mutantes que se comiesen la hierba que alimenta los búfalos, y éstos se muriesen de hambre.

Quizás entonces el indio se plantearía lo de pisar a más de una hormiga.

Melmoth el Neuromante dijo...

A mi los indios también me fascinaban de niño...leyéndote me he acordado, por segunda vez esta noche, de la saga de Alvin Maker de Orson Scott Card. En el segundo libro, Alvin conoce una tribu de pieles roja... es alucinante.

aspid dijo...

illion, la hormiga, el indio, los mundos sin numeros, el msn... ;)


y que hacian los pieles rojas melmoth?

Melmoth el Neuromante dijo...

Le enseñan a Alvin (que es un Hacerdor, una especie de mago) a escuchar la canción de la tierra, el ritmo de los seres vivos, respetar todo como un sistema, y cosas así... hasta donde he leído, que es el quinto volumen de la saga, Alvin sigue recordando las enseñanzas de los pieles rojas.

Aunque sólo el segundo tomo de la serie trata el tema en profundidad, vale la pena leer toda la serie :D

Mary Lovecraft dijo...

a mí también me hiciste recordar mi infancia de películas de indio y mi adultez de dudas existenciales...

siempre me parecieron sabios los indios...fíjate por el hecho de pararse a tener en cuenta siquiera a la hormiga, cosa en que el piel pálida no caería ni siquiera por equivocación. Cuestión de culturas, de ver la vida, de apreciar o no los detalles, el todo, la nada.

leopar dijo...

La vieja sabiduría china dice algo muy distinto:

"Cuando pises una hormiga, písala bien, no sea que la hormiga se convierta en tigre y regrese a vengarse".

Supongo que son dos formas diferentes de ver una misma cuestión.

Ahora que siempre he sido enemigo de esa visión bucólica del "buen salvaje", donde los pueblos primitivos estaban en armonía con la naturaleza, y en paz y felicidad con sus semejantes. Sociedades de ese tipo prácticamente nunca han existido en la historia de la humanidad, pero muchas personas hoy día tienen esa visión idealizada de lo que eran las sociedades antiguas.

Ahora que eso no quita que en nuestros días se vea con añoranza una época así, recordemos que "todo tiempo pasado fue mejor", y que antes los perros se amarraban con longanizas (aunque a todos los ancianos que les he preguntado, siempre me han dicho que la situación era igual o peor de dura que ahora).

aspid dijo...

que va leopar, sino va de eso.

replanteamientos.
siempre.

besos.


Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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