Los pobres suelen ser anónimos, son los mendigos y los faltos de alma y vida, sin embargo, los primeros son personas y los otros, son.
Los actos filosóficos desde mi pluma suelen ser meras interpretaciones de un mundo que yo trastrueco desde la ignorancia que me sugiere mi calidad de persona que no escribe, si no que plasma.
Una estúpida juntaletras que ve más allá de las palabras, y la pobreza en el alma de algunos seres que me rodean, me incitan a mojar en tinta la pluma y estropear un papel.
A veces, como hoy, en una prosa poética que rezuma ironía por cada poro mañana, quizá lo haga clavando puñales. O quizá también lo haga hoy. Lo variopinto de la escritura de una mente abstracta.
Coincido pues con Descartes cuando afirma que la razón o el juicio es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales, y lo hago porque el pedigüeño emocional, como toda posesión agenciada y convertida en propia, simplemente cuenta con un arma cargada de sin razón.
Cómo mucho, de sin sentido.
La ventaja de ser observadora por costumbre, es que llegando al punto álgido de la onda senoidal de las acciones de los individuos que te rodean, y tras varias comparaciones de proceso, comienzas a conocer los límites, por arriba y por abajo, de estos.
Cuando hablamos del valor pico a pico: diferencia entre su pico o máximo positivo y su pico negativo, entendemos lo de arriba, pero esto es la ventaja de haber sido electricista antes que observadora, y ahí sí que no puedo hacer nada.
Bien, decía que la pobreza de espíritu es altamente dañina, y qué, a diferencia de la otra su mal se extiende por los alrededores, suburbiales o no, de los seres colindantes.
Yo encontré hoy un arquetipo de pobre, el paradigma de todos ellos, en la cola del pan; lugar de asueto para los pensamientos trascendentales por norma y espacio dedicado a la relajación mental.
Son, como decía Sabina, una mala gripe que hay que pasar, y de San Pedro me acuerdo cuando truena, que me cogió sin pañuelo y con un infectado, pordiosero de ideales y de baja alcurnia mental, estornudando su mísera palabrería enfrente de mí.
Y me he dicho ¡Ya está! Ya la hemos jodido.
Así que he venido a comprobar si me había contagiado, pero confirmo gustosamente qué de momento, continuo inmunizada e intacta.
Qué susto me había dado.
Deberían quedarse en sus casas, que luego una se contamina de vacío y se convierte en otro francotirador sin objetivo definido.
Y no.
Eso sí que no.
5 comentarios:
Y en estos días salen como las babosas con la lluvia...
Después de leerte, tengo claro que no te has contagiado de la pobreza de espíritu.
He venido a darte las gracias por haberte tomado el tiempo necesario para dejarme un comentario tan hermoso. Me he sentido realmente reconfortado.
Un abrazo y una sonrisa.
Buenas.
Pues sí Gabriel, babosotas, babosotas.
He de decir en su descargo, que no me gusta nada hacer cola en el pan, y que se traduce en un malestar grande, posiblemente exagerado y retratado hoy aquí.
Pero es que existen conversaciones y maneras...
Un beso y gracias.
Hola Juan Carlos, primeramente gracias por tu visita, un placer verte aquí, y después... bueno, me has cogido en un mal día jajajjajjaaj.
Me siento feliz de que mi comentario haya sido de tu agrado, y reconfortada es como me sentí yo al leerte, te dí las gracias allí y te las doy de nuevo acá.
Un beso a ambos.
Es curioso cómo hay gente que hace colas de horas y horas para ver a su cantante o grupo favorito, mientras que otros nos exasperamos en la cola del pan. Todo depende del cristal con que se mire y de la emoción que se ponga. Pero cuidado: si vas a la cola del pan como quien va a sacar las entradas para ver a su grupo o cantante favorito es que te has tomado algo.
Un saludo.
Gracias José Antonio y bienvenido.
Yo es que a la cola del pan voy a relajarme, y no espero grandes cosas de la espera, suele bastarme con que no me salpiquen virus de vacío a discreción. ¿Porqué? porque no es lo que espero de la gente que me rodea.
Besito.
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