Este verano pasado, encontré algo que creía haber perdido hace años, algo, que por cierto vuelvo a no saber donde está, ya reaparecerá dentro de otros 15 ó 20 años más.
No me apura, me jode mi descuido, no es algo importante, es un recuerdo, un recuerdo en papel, varios, muchos recuerdos en papel, guardados en un sobre, con dibujos y letras, con fechas, con importes en pesetas.
Las entradas de los conciertos.
Cuando casualmente las encontré este año pasado no pude evitar reírme con todas y cada una de ellas. Todas tenían nombre propio, todas arrastraban una historia detrás… una compra en la reventa, un jaleo en la olla, el etíope diciendo que el iba a ver barricada y no el mitin, en el de Yngwie Malsteen, todos los colegas pillaron púa, menos la otra y yo, que estábamos sentadas en tribuna, aquel día casi ahorco a un pavo que había delante con unos prismáticos al intentar quitárselos para ver yo.
En uno de los suaves en Vic, diciembre y un frío del carajo, no tuve cojones de aguantar el concierto, a la vuelta se nos rompió el coche, nos pasemos la salida, nos dimos cuenta y nos la volvimos a pasar en dirección contraria. Allí me comí el mejor bocata de fuet que me he comido jamás. Mi madre casi me mata, nosotros, vivíamos sin móviles.
Recuerdo lo complicado que era pasar por los controles los bocadillos –era más sencillo entrar el chocolate- o el paraguas. Cuando íbamos con el Rami, además colábamos la cámara de fotos, de las de entonces, de aquellas grandes y hermosas, con su flash aparte y los objetivos, era un profesional el tío. Hacíamos falta cinco para entrar el equipo completo.
Nos quedaron unas fotos de Judas Priest de impresión. Por cierto ¿Quién las tiene? ¿aún existen?
Fue en el concierto de los Rollings Stones del año 1990, donde casi me muero yo sola de un ataque de risa. Qué triste.
La otra me decía, te estás poniendo azul.
Qué horror, me estaba asfixiando de la risa. Hubiera sido trágico y chusco morir así.
Recuerdo con envidia como bajaba Tina Turner las escaleras, con ese movimiento de cadera, con la edad que ya tenía por aquel entonces. Yo ni supe hacerlo allí, ni he aprendido aún.
Durante meses esperé aquel concierto y a José Carlos Molina, cantante de Ñu, coger la flauta travesera, parase en medio del escenario, ponerse tieso como un palo y comenzar a tocar.
Guardo aquella imagen intacta en mis retinas.
En uno de Rosendo, sala Zeleste, nos quedemos en la calle en los bises.
No importa el final, casualmente estábamos en la puerta cuando llegó pegado a su nariz, yo grité, el rió, me hizo un gesto, un guiño, me abrazó y me besó la mejilla.
Aún me duele tener que lavarme la cara por las mañanas.
Saltábamos y bailábamos ska al ritmo de Okupa, okupa, okupa, oookupación,
Pero lo de la etapa okupa, la gorra, el metro y la guitarra, lo dejamos para otro día, hoy he tenido más que suficiente con recordar mis conciertos. Será que Peter Pan ha salido de excursión…
5 comentarios:
joer! posi hay que esperar otros 15 o 20 años para que el PP salga al ataque de nuevo, puede yo ya estoy en el otro barrio!!
anda no seas encogía y en otra entradita pronta nos lo cuentas ;)
aiss qué tiempos aquellos y que lo digas! lo gamberra que era una! menos que ahora, la verdad sea dicha, pero con más......candor! jeje
un besaco gatuno, me gustó recordar contigo :)
Bufff. recuerdo con muchisímo cariño uno de Whitesnake en donosti... me largué con 18 años a verlos y me adoptó una familia que vivía de continuo en la primera fila
besos de lobo
PD, cualquier tiempo pasado fue mejor, pero eramos más feos...
eh mary, que yo no he sido gamberra en la vida.
yo he sido revoltosa.
lobo, yo no era más fea antes...
:P
yo era un poco pijeras de aquéllas, aunque algún buen amigo intentaba abrirme los ojos. Molina, los Nú, aquélla chavala con ojos de serpiente ... no estuvo mal la excursión .
un zorro pijo?
acabáramos :P
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