Por los miedos que me ahondan,
por las lagrimas que derramamos,
desde dentro hacia el infierno,
por todo aquello que perdimos haciéndonos daño.
Hoy seria un buen día,
tal vez sino fuera por que me extraño.
El tiempo, la mella, tu sangre,
los días inconclusos de invierno
y un punto de sal y vinagre en el calendario.
Me asusta el presente, me abraza el pasado,
y hierve en mis venas la estirpe de quien aún no ha olvidado.
Heridas.
Heridas latentes que curten mi alma y mis horas,
el sol peregrino y el inmenso mar renegado.
Y las olas me envuelven dejándome sola,
numerando mis daños.
Ya estuve aquí, hace tiempo,
o quizá nunca he regresado.
En lienzos y pinceles encuentro colores
que usurpan los tonos pasteles que adornan los años.
Y siento el calor de un abrazo,
y el amor en sus besos que dejan mi alma temblando.
Aún así hoy me extraño,
y me siento perdida en mi misma,
y siento de nuevo una lagrima; ardiendo y quemando.
Pero no me abandono,
Pero no me abandono,
recojo mis trozos y continuo caminando,
y dejo que la melancolía me absorba, y enlace mis manos.
Mañana.
Mañana.
Mañana alzaré la vista por encima del miedo,
y elevaré mis brazos.
O quizá tropiece de nuevo y caiga rodando.
Hacia la nada, sólo un instante turbado.
Las piedras y el trigo de nuevo de oro, por siempre dorado.
Y en los silencios,
en los largos silencios que recorren mi espacio
decir que me añoro suena tan extraño;
no debiera haber motivos,
y sí existen, me suenan profanos.
Me acerco a las dunas de mi corazón sitiado,
y es mi voz quien oculta los pensamientos mas vagos;
ambigua es la noche, confuso el escarnio,
y mueren los días sin haberme guardado.
Mezclando momentos, recorriendo espacios.
Recuerdo mil tiempos,
pero sólo uno me sigue dañando.
Y los miedos se preceden mucho antes de sentarse a mi lado.
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Este poema nació llamándose Miedo, hoy he sentido la necesidad de colgarlo aqui y no en su sitio, el silencio del espejo, tras una conversación de msn con una, digamos, vieja amiga, (no es mi amiga pero ella no lo sabe) yo, sólo sonrío, escucho y observo. Una de esas cosas raras que tiene la vida esta que nos calzamos; empatía, creo que lo llaman.
Hablar con ella me recordó este momento de mi vida, esos momentos mágicos (sí, dije mágicos) que tiene el Miedo, así con mayúsculas y simplificado.
Uno de esos lugares extraños que habitan en el alma.
¿podreis perdonarme la osadía?
2 comentarios:
Pero no me abandono,
recojo mis trozos y continuo caminando,
y dejo que la melancolía me absorba, y enlace mis manos.
Esto que tú has expresado de una forma tan bonita, yo suelo decirlo así:
A veces se me cae el alma al suelo. La recojo, la meto en el bolsillo, y sigo caminando
:S
si sigues caminando, no importa como lo digas :)
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