Querida pobre niña rica, déjame que utilice la tan manida expresión para dirigirme a ti, y concédeme también la licencia de llamarte niña, que aunque sea por motivos diferentes, ambas creemos que lo eres.
Reculo en el pasado donde puedo recordarte girándome la cara por la calle, e incluso cambiándote de acera. Poco te importó entonces ser quien eres, que yo fuera quien soy, y el viejo refrán ese de que la sangre es más espesa que el agua –será la mía, que la tuya me ha parecido siempre, mas bien, horchata- ha sido para ti como un viejo villancico: que se canta cuando toca y por que todo el mundo lo hace.
Reculo en el pasado donde puedo recordarte girándome la cara por la calle, e incluso cambiándote de acera. Poco te importó entonces ser quien eres, que yo fuera quien soy, y el viejo refrán ese de que la sangre es más espesa que el agua –será la mía, que la tuya me ha parecido siempre, mas bien, horchata- ha sido para ti como un viejo villancico: que se canta cuando toca y por que todo el mundo lo hace.
Vuelvo a escribir una de esas cartas en las cuales, un viejo amigo mío, me diría que le suenan raras mis palabras, que lee demasiado dolor y resentimiento, y debe tener razón, porque yo por norma, no soy así, y si lo soy, debo hacer como tú, que me ignoro y no me veo.
Sin embargo tú, pobre, niña y rica, hoy has conseguido que lo peor de mí resurja, no me juzgues demasiado duro que la genética tiene trampa y posiblemente sea uno de esos genes que compartimos.
Durante años he hecho caso omiso a tus estiramientos, tu hipocresía, tu vanidad, tu prepotencia, tu egoísmo y toda tu mala leche al completo.
Durante años has omitido mi imagen y mi voz de tu tan particular vida de rica que vive a costa de los demás. Parásito.
Nos hemos ignorado mutuamente desde un acuerdo no verbal, en el cual las normas habían estado siempre bien dispuestas y claritas por ambas partes.
Si bien he de reconocer que esa costumbre que tienes de querer aparentar cuarenta años menos de los que llevas encima, me parece el colmo de la superficialidad, y que considero tu estilo de vida un tanto absurdo, también es cierto que jamás lo he juzgado ni criticado. Yo, a diferencia de ti, no me avergüenzo de tener el apellido que tengo, soy quien soy y no necesito parecer nada.
Supongo que ese debe de ser uno de los motivos por los cuales tu sí has considerado siempre que contra más lejos ande de tu círculo, -pomposo y altanero-, mejor, no vaya a ser que una de mis palabras soeces y siempre tan mal dispuestas, enturbien o emborronen tu maravilloso universo rosa.
La oveja negra, ¿te acuerdas? Así es como te referías a mí cada vez que podías, me gusta pensar que es sólo porque eres incapaz de recordar mi nombre, y no, no te justifico, te ridiculizo, que a mi ego le sienta mejor.
Somos, como tantas otras, una familia que no se aviene, pero nunca jamás hubieron problemas mayores.
Hasta hoy.
Y hoy han comenzado porque la niña, la rica de los demonios, se ha sentido ofendida por algo que yo no he hecho, por algo que ella cree, yo debería haber hecho. Lo que no entiendo es que clase de pensamientos y de ideas enlazadas pueden haberte llevado a tan incoherente conclusión.
¿qué somos? No somos nada, tu y yo no tenemos nada en común. La familia, cariño, no es algo que te toca o te imponen. La familia, es la gente que amas, la gente con la que compartes la vida, aquellos que te duelen, por los que luchas, la familia es algo más que un apellido compartido, mucho más que la sangre, y tu y yo, por no ser, no somos más que conocidas. Así que no me jodas.
Presupongo, así conociéndote, aunque sea a groso modo y tampoco tengas demasiado que conocer, que te sentiste ninguneada, ¿Cómo se me habrá ocurrido no informarte, decirte, comunicarte…invitarte? ¿la verdad? No es que se me ocurriera, es que no me acordé.
No me acordé de ti, lo siento. O quizá no, pero educación aún me queda.
No me acordé de ti, de la misma manera que tu jamás te acordaste de mí. A pachas, no me debes nada, yo a ti tampoco.
No me acordé de ti porque soy una cabra loca, la oveja negra ¿te acuerdas? Y si tu no te acuerdas, ya te lo recuerdo yo.
Me jode tu hipocresía, tu mundo rosa, esa mierda de creer que siempre, nosotros, todos, el mundo en su totalidad y al completo, hemos de quedar bien contigo.
Me jode que te hagas la dolida como si en realidad te importara tres carajos lo que hacemos o dejamos de hacer.
Me jode que te acuerdes de mí sólo para censurar mis decisiones, mis sentimientos y mi modo de actuar.
Me jode que creas que te debo algo.
Porque no te debo nada, ni tan sólo una explicación, ni tan si quiera el tiempo de escribirte estas líneas; hoy quiero perder mi tiempo en hacerlo, aquí, en mi estafeta, en mi espejo, en este espejo donde tú, no vas a poder reflejarte nunca porque eres de cartón, eres una caja de cartón vacía.
Y para que puedas decir que te ninguneo como a nadie, no sólo voy a dedicarte esta carta a ti, para que te jodas y veas que no eres ni tan especial, ni tan preciosa como tú te crees, sino que se la voy a dedicar a todas aquellas pobres ricas, que existen aunque tu no lo comprendas, que van por el mundo con sus grandes cosas, sus maravillosos coches, sus vidas ideales y sus bolsillos llenos, su prepotencia a flor de piel y su caja de la verdad, vacía.
Besos, de tu ovejita lucera.
4 comentarios:
"el que ningunea a un ninguneador tiene 100 años de perdón"... ah, no, que ese es otro refrán
...y desde luego no creo que necesites-busques ningún perdón qué leches.
no debe tener una vida muy sana esa chica, no.
que pena.
Por favor dime que esa amiga va a leer esto ... que sí .. que lo lea ... quiero imaginarlo ... uyyyyy que gustitoooooooooooooo!
a ver, cariños míos, ni es tan niña, que ya tiene sesenta y no se cuantos, ni es mi amiga.
y, sinceramente, me da exactamente igual que lo lea.
besos.
pues ahora que conozco un poco más de ella (la edad) si te digo que me recuerda a alguien...y bueno, yo sí prefiero que sepa lo que pienso sobre ella, tal vez porque me importe aunque crea que no...
juer chica, esta entrada deberías haberle añadido la etiqueta de "rallada"
beso!
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