Dicen que el mejor desprecio es
no hacer aprecio, pero yo, asilvestrada de emociones, con el aticismo que de
natural me acompaña, poco dada a sonrojarme cuando toca y borde porque el mundo
me hizo así, lo de la rebeldía vino después, soy quizá algo más partidaria de
despreciarte en el aprecio que no te tengo.
Mira tú.
Despreciarte. No. Quizá eso sea
poco, creo que te desecho, te repelo y te repudio, que si bien, todo viene a
ser lo mismo, así juntito e indivisible en el mismo saco, puedo rebozarte en
mierda, que es, resumiendo, lo único que mereces.
Fíjate.
Los buenos consejeros y la madre
Teresa de Calcuta, bailan por mis alrededores con aquello de que no vale la
pena. Desconocedores del placer que me provoca el poder agraviar tu nombre, tu
cara, y hasta tu dignidad. ¿Soy una buena persona? Lo soy. Incluso cuando te
detesto.
También cuando te humillo y
cuando me acuerdo de todos tus putos muertos.
Lo seré también, si se tercia y
espero que así sea, el día que te parta la cara y después me marche a desayunar
tan tranquila, con ese bienestar que produce el saber que las cosas, están bien
hechas.
Ya ves.
La diferencia base entre tú y yo,
es que yo te digo esto a la cara, y tú, te escondes. Cobarde.
Que yo te digo lo que pienso, mientras
tú mientes. Farsante.
Que yo me he ganado trabajando lo
que tú me quitas sin derecho. Delincuente.
Que yo soy una persona que
reacciona a la maldad, y tú, simplemente, eres la mierda y el despojo, el
desecho y la basura, el excremento que sale por el ojete de la especie. De la
mía.
Porque tú, ni tan si quiera eres
una persona.
¿Qué tal?
Leerás esto y pensarás que eres
importante. No apuesto, me sobra el conocimiento de tu soberana prepotencia y
tu narcisismo.
Sin embargo, te escribo, y lo
hago después de haber tirado de la cadena.
No es porque el olor perdure en
la casa, ya ventilamos hace días y la pestilencia que emanas ya salió por la
lucera, lo hago, para que sepas que tu escatológico modo de ser, vivir y
sentir, es talmente el reflejo de tu futuro.
Y poder decírtelo, sabiendo que
no me equivoco, es uno de los mayores placeres que la vida me ha otorgado.
¡Qué flash!
Te mandaría un beso, por ser el
motor que inició tan satisfactorio resultado, -gracias- pero como comprenderás,
un escupitajo te adornará crecidamente, yendo más acorde con tu innata
personalidad.
Así que recógelo y tómalo como lo
que es, un obsequio desde mi corazón, y te lo guardas, por si alguna vez se te
olvida que estoy aquí.
Esperando.
Y esta vez, no puedes contar
conmigo, pero puedes contar con ello.
4 comentarios:
leí este texto esta mañana, y después de pensar sigo pensando lo mismo, no me importaría estar presente el día que digas algo así a alguien, pero preferiría estar a tu espalda, cuidando la retaguardia De todos modos, tengo que decirte que hay una intencionalidad literaria en cómo dices cuanto dices, y en ese sentido, aunque el texto pudiera enmarcarse en los exabruptos de la generación de Burroughs y Ginsberg, te digo que tu intención sigue siendo más literaria que la de ellos.
Servidor, como es tradición, de lo literario no opina. Soy sólo y por vocación, un lector raso.
Pero si me parece relevante mencionar dos ideas que has invocado en mi persona:
1.- El Infierno son los demás. Claramente.
2.- No aciertan quienes piensan que lo opuesto al amor es el odio. Porque, si se piensa dos veces, es la indiferencia la que gana el galardón.
Y, dichas estas perlas, te dejo con un tema que no va precisamente de indiferencia: "Hey Joe, where you goin' with that gun in your hand..."
Cordioparabienes.
hola rafa, aunque puedo asegurarte que me salió del alma, es cierto que el apunte literario está cuidado. no quisiera que la advertencia quedara desprotegida por ello.
a veces lamento mi pasionalidad. releído a posterior el texto yo misma veo la rabia que emana.
pero he dormido bien de todos modos.
que se joda y que se anote el último párrafo.
en mi reloj protector de emociones te tengo a las seis.
:D
jimi me acompaña esta mañana, querido, gracias a ti.
gracias.
2.- No aciertan quienes piensan que lo opuesto al amor es el odio. Porque, si se piensa dos veces, es la indiferencia la que gana el galardón.
y sobre esto ¿qué decir? el lector raso que se autodenomina hizo descarte, de nuevo, de una baza de impresión.
quiero bajar por los madriles.
Publicar un comentario