Días atrás sucedió algo en mi pequeño mundo que me trasladó en el tiempo. De aquellas cosas que una es partidaria de olvidar y el instinto se empeña en mantener vivo por si acaso.
Hoy deseo olvidar y sin embargo me es imposible.
Hoy no me acecha el desengaño o la decepción, es distinto, es peor, me acorrala el miedo.
Durante unos instantes recordé en la piel lo que se siente cuando tienes miedo de verdad, sentí amenazada mi alma (y van dos) y el recelo apareció.
Tardaré unos días más en recolocar mi mundo, en situar cada cosa en su sitio y cada sitio en su espacio.
Sabiendo que volverá a suceder y sabiendo que volveré a estrellarme contra el suelo. Contra el suelo de ese otro mundo que no es mío.
Hoy tampoco voy a llorar, simplemente respiraré hondo y seguiré adelante, sin saber muy bien cual es el camino y sin intención de mirar atrás.
3 comentarios:
Veo que la entrada es muy personal. Me has invitado a que la lea y la leo. No se si el incidente al que te refieres lo conozco. Pero, aunque no me gusta poner comentarios personales, a nivel general, te diría que es el miedo al miedo lo que nos hace frágiles y desconfiados. Y, sobre todo, los traumas del pasado nos hacen ver, a veces, cosas similares que no tienen nada que ver. Me atrevo a contestarte debido a tu invitación pero la realidad es me gusta más comentar cosas literarias como algunas de las que has escrito en tu blog, que son espléndidas.
Pues nada, aquí paz y después gloria, esas cosas.
Pues eso, a seguir. Y a perder el miedo a estrellarse de nuevo. Que sí, seguramente sucederá, pero mejor no pensar en ello.
Ojalá pudiera uno quedarse en su mundo sin contacto con los ajenos.
Besos
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