El día se levantó poco sociable; se acercó a la cocina y se preparó un café.
Miró por la ventana.
Se habló a sí misma mientras pensaba en otras cosas. ¿Qué me he dicho? farfulló en voz alta intentando recordar qué había pensado minutos antes.
Comenzó a llover. En los cristales resbalaban unas tras otras miles de gotas de agua. No pudo verlas, su mirada permanecía inmóvil clavada en ningún sitio mientras la barquita que alojaba su alma, naufragaba en el mar de lo absurdo.
Creo que el día se ha levantado poco sociable, pensó; bajó las persianas apagó las luces y se arrinconó en el sofá.
Quizá mañana, dijo, y cayó como las gotas.
3 comentarios:
Ana, qué texto más chulo. Me ha gustado mucho. Si que son jodidos esos días tan huraños, aunque tú has sabido reflejarlo con mucha maestría.
Un beso, Anita
Hola Laurita :-D todo un placer verte por aquí.
Los días de lluvia.... sí, realmente pueden ser complicados
evidentemente... soy yo... asco cuentas...
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