Me he colado, vi una puerta abierta y entré, nadie se fijó en mi descolorido traje ni en que las costuras estaban deshilachadas, nadie vio que mi pelo estaba enredado.
Entré, yo tampoco los miré, ni demasiado ni detenidamente, no me percaté de que todos ellos olían a colonia ni de que se hablaban de usted unos a otros.
Y yo sonreía.
Entonces salí de mí misma en un ejercicio de introspección. Curioso modo de afrontar los hechos, me dije y desperté de mi letargo, caí en mi realidad.
¿Qué haces aquí? me pregunté ¿Qué haces entre tanto estudio y tanta carrera? ¿entre tanto letrado? ¿Sabes que van a hacer contigo cuando sepan quien NO eres?
Y sí, lo sabía, así que me dije: Tú, zarrapastrosa, deberías pillar la puerta esa por la cual te colaste y salir por ella antes de que alguien te tire por la ventana.
Así que me acurruqué en un rincón, esperando poder salir de allí sin hacer demasiado ruido, medianamente intacta.
Acurrucada en aquel rincón deseaba no tener que irme.
Adolorida y avergonzada, pequeña.
Te han sonreído porque ignoran que saltaste la verja, -pensaba- te han sonreído porque son cordiales, educados y amables, pero tarde o temprano, alguien culto, importante, grande (no como tú) alguien del círculo, reparará en tu presencia y te señalará con el dedo.
Saldrás por la ventana, golpeando todas tus emociones contra las paredes, rompiendo el cristal con la cabeza, y cuando hallas caído en el jardín sobre las flores que nunca debiste mirar si quiera, te darás cuenta de que tu traje tiene un roto más.
Otro agujero en tu traje, otro descosido, una mella más que tampoco podrás ni zurcir ni esconder.
¿Qué haces aquí?
Lo pregunto yo, ellos, no van a tener tantas contemplaciones.
Fue sólo que la puerta de entrada era tan bonita...
5 comentarios:
joer, y tú dices que la pluma está bloqueada? pues quien lo diría :)
me alegra leerte de nuevo. yo también he estado alejada de este mundo en el que nos desahogamos y me encuentro también un poco seca, no sé si de emociones. a veces las cosas no salen, como si uno no tuviera nada que decir, pero no hay nada como darle tiempo al tiempo.
yo también me hubiera colado por esa puerta y aún sabiendo que una está donde no debe, hay que salir desovillándose del rincón donde nos escondemos y alzar bien alto la cabeza. si la puerta está abierta, no será solo para los más cultos o mejor vestidos. y si lo es... pues que la cierren o que pongan un cartel, no te parece?
besos de bienvenida.
Te infravaloras. ¿Por qué piensas que no encajar es fallo tuyo y no de los demás? Si te señalan será porque eres distinta, libre (o livre ;-)) y genial, no porque no merezcas estar ahí.
hola elektra, ¿cómo andas? mil años hace que no coincidimos, me culpa creo, que no he entrado ni a barrer.
besitos.
estoy en ello, con lo del tiempo digo, e intentando superar el bloqueo.
qué bonitas son las puertas prohibidas verdad?
perfilao, corasoooooon....
no creo que sea fallo mio el no encajar, creo simplemente que no encajo, aunque a bote pronto lo parezca, y que cuando se den cuenta, me van a morder, porque además se van a ofender por ello.
por no haberse dado cuenta antes.
si, distinta si que soy, ahora hay que averiguar cuanto de diferente.
es complicado, me siento extraña en tierra de nadie.
a ver si despierto.
claro amiga, no coincidimos pero no por tu culpa, sino porque yo he estado también dos meses desaparecida de la blogosfera.
todo lo prohibido ya sabes tú que tiene cierto encanto así que nada, se entra y si no gusta, pues se sale. pero no te veo yo en tu salsa, eh? eso de que te han sonreido porque son cordiales, educados y amables... mi amiga bastet hubiera pensado que la han sonreido porque son falsos, hipócritas y la sonrisa hace juego con el traje que llevan. o no? :))))
besos.
No, el joío traje es de verdad, son así.
De todas maneras, las metáforas es lo que tienen, que son metáforas ;-)
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