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Por cierto, todas las imágenes, exceptuando mi careto que es el que mi madre me dio en su día, han sido sustraídas y robadas del mundo virtual de modo legal, por lo menos eso es lo que afirmaré delante del juez.
Es broma.
Si alguna de ellas tuviera copy raid y casualmente eres el propietario de tal derecho y de la imagen, por ahí abajo está mi correo, me lo dices, te la devuelvo, y tan amigos.

Por otro lado, todos los textos de este blog son míos, si apareciera la pluma de otro, lo haría con su firma. Siempre.
Si te llevas alguno, cita y enlaza, no me importa que compartas, pero que yo no me entere de que te lo has apropiado.
Internet es un pañuelo.


LIVERTAD. Jamás me obligareis a escribirlo con B

12 mayo 2010

Me siento culpable.


No por algo que haya hecho. No por las cosas que se puedan haber quedado sin hacer y que ya no se harán. Tampoco por las palabras que quizá sobraron, si quiera por aquellas que se ahogaron en el silencio hace diez, o tal vez veinte años.

La lluvia cae, igual que cayó días atrás o caerá los próximos, y, si no llueve, saldrá el sol e intentará quemar mi piel, o la tuya, como ha hecho siempre.

Pasará la primavera, el verano, las hojas de otoño y, volverán a helarse mis pies cuando llegue el frío.

Una hormiga daba vueltas, acelerada, sin saber demasiado bien hacia donde debía ir, yo, en cuclillas contra una pared, la observaba, no acertaba a comprender cómo había tanta vida en aquel minúsculo cuerpo. Recordé al indio, y sentí unas enormes ganas de espachurrarla allí mismo.

Estás viva, hija de puta. Te mueves y estás viva. Tú estás viva, y yo, yo, te observo apoyada en la pared del tanatorio.

Equilibrio. El indio buscaba el equilibrio. Yo no soy un indio, pero tampoco soy quien; así que encendí un –otro- cigarrillo y me aparté de aquella visión que se me asemejó horrenda e injusta.

Soy humana.

Me mudaré pronto.

Lo hago a una casa que carece de recuerdos, tampoco tiene olores.

Dejo atrás los rincones donde puedo verlo, donde puedo sentir su presencia.

Y en cierta manera lo abandono, lo dejo arrinconado mientras sigo adelante. ¿No es así? No, seguramente no lo sea, pero yo así lo siento.

Soy idiota.

Me siento culpable.

No alcanzo a comprender porque el mundo no se ha detenido, debería haberlo hecho, debería haberse parado mientras yo caigo en espiral, porque caigo en espiral porque el mundo sigue adelante, porque la vida continua, porque la hormiga está viva, y yo también lo estoy.

Él me dio la vida y ahora ha perdido la suya, es como si tuviera algo que no me pertenece, es absurdo, no es un robo, es un relevo, es ley de vida, pero yo me siento culpable porque yo estoy viva y él no.

Porque sigo adelante, porque haré cosas que él nunca sabrá o verá, porque me sigue gustando mojarme bajo la lluvia y puedo verla y sentirla, porque puedo calentarme al sol, porque necesito odiar a la hormiga y opto decidir no pisarla.

Porque nunca sabes lo que tienes, hasta que lo has perdido.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, es ley de vida, y el mundo no se para, y sigues en él. No es culpa tuya ni del mundo, aunque cueste digerirlo.
Y la vida es más fuerte, y aunque sea una putada no es eterna, y los que se han ido no están.
Y un montón de tópicos más que todos sabemos ciertos y que no consuelan mucho. Ya me gustaría poder decirte algo útil, pero no se me ocurre nada.

No te sientas culpable por vivir.

Un abrazo.

Antonio Rentero dijo...

De acuerdo con Anónimo, no te sientas culpable por seguir aquí.

Sigue adelante.

Besicos.

Oscuro dijo...

La vida sigue, al final eso es lo único cierto.

Un beso

Antonio del Camino dijo...

Todo cuanto dejemos aquí, serán sólo palabras. Aunque las palabras, a veces, calienten como el sol y sanen como el mejor ungüento (o alivien, acaso). Nadie es culpable por vivir, y tú tampoco. Como tú dices, la vida sigue... y el tiempo, al final, serena.

Un abrazo solidario.

Incierto dijo...

Mmm... ¿Es Vd. consciente de que no todo el mundo sirve para el enfoque solidario (happy-flower opcional) y no es ya maligno por ello?

En tal circunstancia y habiendo pasado por tu mismo trance, te diré esto: Es hasta bueno que te sientas culpable. Porque la culpa no deja de ser una reflexión sobre el pasado. Y si no se reflexiona, no se saca lección de los errores. Los propios y los ajenos que a un@ le afecten, quiero decir.

Así estamos hechos y, en consecuencia, lo malo no es la culpa. Lo malo sería no aceptar que las cosas son como son (y lo seguirán siendo) así como que la gente es gente y ya. Nosotros incluidos, por supuesto.

Entonces, sólo te deseo que encajes pronto todas las piezas y apuntes la mira hacia lo que aún está en tu mano cambiar: El hoy y el mañana, aderezado con las cosas y personas que se muestren a tus sentidos.

¿No es eso lo que merece la pena? Porque refocilarse en el pasado sólo para desesperarse por no poder cambiarlo no resulta muy productivo para nadie, creo.

Dicho lo cual, me da a mi que a una liVertaria auténtica le "sobran huevos" para comerse el mundo... siempre que se conceda los periodos de respiro que, para todos, son de necesidad.

Respire Vd. , pues. :)

angel almela dijo...

¡Menos mal que tenemos a la Palabra, a la Literatura!
Que las palabras acudan raudas a tu emoción.
Somos el tiempo

aspid dijo...

gracias a todos y disculpad que no conteste como os merecéis.
sigo adelante, a veces mejor, otras peor.

estoy en ello.

besos.


Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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