A veces imagino sonidos que están únicamente dentro de mi cabeza. Son ecos que reconozco y que una vez rodeaban mi existencia. Ahora ya no y, creo que este es el motivo por el cual los percibo aún a sabiendas de que son ecos lejanos.
Existen días que están predestinados a ser nostálgicos. Un aroma, un recuerdo.
Romper con todo significa tantas cosas.
Hay formas que jamás se recuperan y una piensa ¿qué pasó? Y cuando se haya la respuesta aparece la nostalgia.
Echo de menos un lugar al que no podré volver jamás, un lugar que está instalado en el tiempo, y el tiempo me aleja de él cada día que pasa.
Volveré allí, al lugar que habitó aquel tiempo, pero aquel tiempo, nunca volverá.
-Joder, parezco Becquer y sus golondrinas.
Con la diferencia de que mis golondrinas tenían cuatro patas y olían a lana. Pequeño matiz.-
Echo de menos el ganao y ver parir las ovejas, por eso a veces, como hoy, me ha parecido oír esquillas entre el aire, las talacas de los chotos y los ladridos de los perros.
Pero no.
Entonces, aquel viejo pastor me decía, el ganao se mete en la sangre, y yo pensaba que era porque el llevaba toda la vida allí, con su rebaño, con su olor a lana, con el balar del cordero.
Pero no.
No porque yo me marché y me llevé en el alma todos los sonidos y todos los olores y, siguen aquí. Quemándome.
A veces, muy de vez en cuando, veo un rebaño y, si tengo tiempo paró un instante en el camino, el justo para oírlas, para verlas, para desear que fueran mías y poder sentirlas cada mañana.
Y cuando percibo que las lágrimas están a punto de desbordarme, entro de nuevo en el coche y me alejo. Siempre mirando por los espejos intentando estirar unos segundos más la imagen.
Creo que de todas las cosas que he perdido en el camino, esta está siendo la más difícil de olvidar.
A veces, muy de vez en cuando, veo un rebaño y, si tengo tiempo paró un instante en el camino.
Y si no lo tengo, me lo invento, o se lo robo al aire, mientras cierro los ojos y dejo que tanto los sonidos como la ausencia de ellos me ensanchen el alma, sólo cuando percibo que las lágrimas están a punto de desbordar mis ojos me meto en el coche y me alejo, mirando por los espejos queriendo estirar la imagen.
O a veces, muy de vez en cuando, cuando veo un rebaño, si tengo tiempo paró un instante en el camino.
Y me acerco despacito entre la hierba, al abrigo del pastor y de los perros, con el alma encogida para que no me descubran, y poder ponerme en cuclillas mientras las miro y dejo que me miren. Deteniendo el tiempo unos instantes.
Y al percibir que mis ojos se llenan de lagrimas, retomo mi camino hacia el mañana, con el alma partida, dejando los pedazos en el suelo para que sean ellas quien los recojan. Entonces me meto en el coche y me alejo, y al mirar por los espejos deseando mantener la imagen un segundo más, me juro a mi misma que algún día volveré.
1 comentario:
Hola,
...ummm, imagina el sonido que ofrecen los aplausos en un auditorio...en este caso una lectura...
...
...Sigo aplaudiendo : )
Abrazos
PD: Ahora aplaudo pidiendo los bises : )
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