Además, a perro viejo, -mal, para que nos entendamos- que ya podría oler a Channel número 5, -que no sé ni como huele, pero debe oler bien- los pobres sólo sabemos como huele el perro y el Pachuli.
El Pachuli no es la colonia hippie que imaginas, el Pachuli es un colega mío que huele como el perro.
Mi perro es como los políticos.
Esta noche se ha escapado y ha estado haciendo el imbécil por el barrio. Y sin complejos. Viva España.
Come porque lo mantengo.
Vive porque lo elegí entre otros.
Y me toma el pelo todo lo que le da la gana.
No sabe ni leer ni escribir y no le preocupa. Es más, creo que ni lo sabe. Y si lo sabe, lo ignora.
Si lo sacas de su área se caga las patas abajo. Pero marca el territorio.
No se entiende con los demás perros. Pero no deja de ladrar el muy cabrón.
Si rompe SU caseta, lo mismo le da porque la pagué YO.
Es un perro clásico.
Un hijo de perra, de perro desconocido.
Y huele a perro.
No ando muy contenta últimamente con mi perro, cambiarle el collar no ha dado resultado. Sigue rodeado de parásitos que no hacen más que suponerme otro desembolso.
Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero eso lo dijo uno que no tenía perro y además, no era ácrata.
Cuando ladra, te sobresalta porque crees que pasa algo y cuando lleva mucho rato callado, te acojonas porque no sabes qué ha pasado, si está pasando, o si pasará.
En todo caso… Qué, Cuando y Cómo.
Lo del Quien y el Donde, se lo dejas a la perra.
Y la perra, que parece que no está, también huele a perro.
Cuando mi madre me pregunta porqué tengo dos perros tan grandes, tan caros de mantener y tan bregueros, no le contesto, -no lo entendería- pero estos, por lo menos, están atados.
Aunque huelan a Pachuli.
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