Hace tiempo que dejé de preguntarme por qué el principio de las cosas, se encuentra antes si intentas comprenderlas desde el centro.
Por qué la música carece de sentido los mismos días en que la vida decide hacer lo propio.
Por qué todo aquello que nos parece tan complicado de entender, suele tener una respuesta evidente.
Hace tiempo que dejé de preguntarme por qué motivos soy quien soy, no quien esperaban, no quien suponen, no quien quisieran, y soy yo, simplemente yo, para bien y para mal.
Dejé de preguntarme todas esas cosas, y muchas otras que ya no recuerdo, poco a poco, despacio, mientras los días caían sobre mis espaldas y la vida me llevaba hacia delante; dejé de hacerlo con cada gota de lluvia que mojó mi rostro, con cada amanecer, hasta que un día, todas esas preguntas dejaron de existir.
Dejaron de existir a base de repetirse, de caer una y otra vez sobre mí, de presentarse a diario.
Descubrí que daba igual cuantas veces lo preguntara la respuesta no estaba fuera, y que además, la respuesta, no era siempre lo importante.
Dejé de preguntarme cosas que no tienen sentido y quise saber por qué no lo tienen.
Cuando me di cuenta de que la importancia de las cosas no reside en la pregunta si no en la respuesta que obtienes, observé que no era objetiva, y encontré la punta del ovillo, buscándola desde el centro.
La respuesta era evidente.
Necesité dos minutos de silencio en mi vida. Suficientes para oír mi corazón.
No era lo que esperaban, no era lo que querían, pero a mí, me bastó.
3 comentarios:
Pues eso es lo importante.
Un beso
o dos, mi pequeño saltamontes :P
No tan pequeño :P
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