Ayer salí a la calle en bragas y botas de montaña.
Los vecinos se sonrojaron y un desconocido apartó la vista hundiéndola en el monedero.
Las damas murmuraban, mezquinas, convirtiéndome en despropósito y manteniéndose, todas ellas, muy decentes.
Los caballeros murmuraban, y clavaban sus ojos en mi culo con la decencia que poseen los caballeros que murmuran a tu espalda.
Y yo, continué mi paseo con la dignidad que otorga el saber que el problema, es del que mira.
5 comentarios:
Las miradas que juzgan sin entender son vacías y sucias.
Un abrazo.
Una a de estar segura de lo que hace y más si hace "lo diferente" y nadie es quién para importunarle...
Yo tengo el concepto del observador diferente al que tengo, por ejemplo, del mirón de tu relato.
Recibe mi saludo.
hola carmen, la mirada del observador es complicada. por eso a veces, sólo queda la dignidad.
hola sin domestica, bienvenida.
lo diferente no siempre es lo que una desearía hacer, o por lo menos bajo según que circunstancias, y entonces ya solo queda el paseo.
saludos.
Muy bueno, di que si.
Un saludo
gracias Eva, y bienvenida :D
Publicar un comentario