María nació en 1906 en un pequeño pueblo oscense. Perdió a su madre en el 16 de aquella gripe que no dejó títere con cabeza y se quedó cuidando de su hermana menor.
Unos años después hizo de nana de María Mercedes; la mayor de tres hermanos de una de las casas más acaudalada de su pequeño pueblo.
Los años pasaron con guerra y con hambre y, la niña afortunada no olvidó los besos de su nana, surgiendo entre ellas una bonita amistad.
Aún pasaron más años, ambas se casaron, tuvieron hijos y después nietos.
La vida, que se emperra en pasar.
María, mi abuela, murió en el 94.
Durante toda mi vida he visto a María Mercedes cerca de mi corazón, como si aquella amistad entre ellas se extendiese hacia los que formábamos parte de la familia.
Sus besos de bienvenida, sus consejos de persona sabia, su carácter fuerte y dulce a la vez.
María Mercedes ha muerto esta tarde.
Muere ella y se lleva consigo el recuerdo vivo de mi abuela, las carreras por el campo, su adolescencia, la imagen que a mí me llego siempre del recuerdo, todos los besos que su nana, mi abuela, le dio.
Ha muerto una gran persona, siempre fue parte de mí, con su cariño y su carácter.
Muriendo ella, han vuelto a morir las dos, hoy, esta tarde.
Y yo, yo quisiera volver a tenerlas a mi lado, a las dos, y que me dieran besos y me arroparan.
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