Las ideas explotan. Las ideas pueden ser imágenes y de vez en cuando, estallan.
Nani tenía la costumbre de sumergirse entre sus ideas y formarlas para que tuviesen vida. Esto era peligroso, ya que en un momento dado, -anodino y no siempre concreto-, estas mismas ideas, las inanes y carentes de existencia, -sueños y bandurrias-, se enaltecían y la cobraban, comenzando a subsistir por sí solas alimentándose entonces de la percepción de su anteriormente, dueña.
Esto desembocaba en un absurdo resultado: quien principalmente gobernaba, se volvía esclavo de sí mismo y de sus quiméricos devaneos.
Embutía y empleaba las horas en crear, soñar e imaginar futuro, sin percatarse demasiado en lo que sucedía a su alrededor –jodido presente- y esperando, colocando y pintando un mañana que no sólo estaba lejos, sino que además era una idea completamente ficticia.
Aún así, Nani, tremenda proyectora de Sueños, intentaba acomodarse en su hoy, agarrando sus débiles días y sonriéndoles a destajo.
Cierto día –hagamos de esto un cuento- una de esas ideas proclives a independizarse, comenzó a engullir en todas direcciones posibles: de norte a sur del corazón, de este a oeste de la cordura.
Convirtiéndose así, en el mayor anhelo –arquetipo- que habitaba en la almohada de su –desgraciada- constructora.
Desbancó y suplantó a la lucidez con un chasquido, explotó de pleno en el alma y se convirtió en el mástil más alto, más fuerte y más importante de la embarcación.
Pronto se hizo con el timón de la nave y, encaró las velas en dirección a su propia casa -asquerosamente onírica- devastando a golpes de estallidos y cañonazos, la realidad.
Cuando en algún momento Nani despertaba de su fantasía, sacudiéndola de sus ropajes a puñetazos, no podía evitar sentirse huera. Aquella explosión –ramplona pero tenaz- se había convertido en una especie de sortilegio mágico.
Era tan fuerte que ocupaba la gran mayoría de las horas, tan enorme que se había apropiado de las ideas más pequeñas absorbiéndolas y fragmentándolas hasta dejarlas convertidas en nada.
Comenzó a dominar cada espacio, cada minuto de la vida de Nani, de la onírica y de la real. Se hilaba en hebras y se recosía al alma.
Nani pasaba horas montando y desmontando, subiendo y bajando escaleras, pintando y despintando recovecos, organizando y puliendo, encendiendo luces, apagando brasas. En cualquier lugar y en cualquier momento, cualquier instante, cualquier palabra servían para sumergirse y dejarse llevar.
¿Azul? Verde.
Conseguía, a través de la inconsciencia, sobrevivirse a sí misma.
Y la idea continuaba explotando, día sí, día también. Estallando entre las sombras. Haciéndose cada vez más grande a costa de suprimir y neutralizar la realidad.
Las ideas que significan fortuna siempre explotan y estallan en la vida de Nani.
A través de la ventana, al otro lado, no existen formas que asir.
El azar se recoloca en el lado oscuro de la luna, impenetrable, pardo y plomizo, decadente.
Nani lo sabe. Sonríe. No puede hacer otra cosa. Dejarse llevar, -más tarde- por una nueva explosión, por más escaleras, colores cerezo y cristales oscuros, vasos de porcelana, gotas de agua persistentes y silencios.
Allí, en aquel lugar. Allí donde las imágenes pretéritas renacen cada día, en cualquier lugar y en cualquier momento, con tan solo dejar volar la imaginación.
2 comentarios:
Pues en esta cosilla que publicaste y que yo no leí porque no me paseaba por aquí pero de la que tampoco te hubiera podido asegurar que te hubiera comentado, te diré ahora una cosa. Y luego sigo en el otro post.
Cuando lo he leído, realmente he pensado una cosa muy distinta a lo que tratabas de contar y supongo que es porque cada uno hacemos de aquello fantástico que leemos algo propio y lo llevamos a nuestro terreno.
Me has recordado a una persona muy querida que perdí por una enfermedad que te transporta a un mundo interior que solo los enfermos conocen y en la que en los primeros estadíos tienes momentos de lucidez y reapareces en la vida real reconociendo las cosas y a la gente que te rodea pero que finalmente acaba por atraparte entera y te engulle en ese mundo interior hasta que ya no consigues salir de él jamás.
Sobre todo en la primera parte de tu texto.
Te diré, ya que es el primer texto tuyo que leo, que me encanta como utilizas la palabra. Tienes una genialidad muy especial.
Y ahora me voy al otro post.
Un beso.
gracias padme.
gracias por trasladar a tu terreno mis palabras; un espejo, no siempre es lo que parece.
un beso.
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