De las heridas del pasado ¿qué nos queda?
¿Qué daga candente, qué verbo mortal?
Tristeza que absorbe mi sangre en las venas,
latente y promiscua,
eterna y fugaz.
Me siento zaherida, la vida me atrapa,
me arrastra y me quema,
me muerde al dormir.
Me cubre, me lame, destroza las ansias.
El perro furioso está frente a mí.
De nuevo tropiezo, de nuevo me caigo,
maldita la elipsis, el vuelo torcaz,
maldita la vida,
malditos los astros,
los sueños dormidos y el alma letal.
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