Hoy el espejo me mira y al reflejarme, diluyo mi rostro entre gotas. Hoy dejo que la soledad me arrastre puesto que quiero morir en ella, ahogarme en su silencio, no volver.
Hoy, estoy dispuesta a no ser nada con tal de dispersar la angustia. Fundirme en el mismo corte que desgarra mis venas.
Dejar que la música se afilie a todos los poros de mi piel, que surja, que brote desde lo más profundo de la afonía del tiempo; que los minutos se acompasen con la lluvia y que después caigan todos a la misma vez.
Hoy quiero disolverme en lo intangible, desaparecerme. Subir y caer, volar para no volver.
Hoy quiero ser parte del espejo.
No ser el reflejo que se adapta, no la imagen pretérita, no el tiempo que se esconde, no la rabia camuflada.
No quiero extender mis manos y golpearme en el cristal que me devuelve, injusto, la verdad.
Hoy el espejo me mira y no me permite reconocerme.
Resbalar entre las ruinas de mi corazón lluvioso para volver a encontrarme, y abrazarme entre la elipsis del miedo y el saber.
Hoy quiero desgarrarme el alma entre los recuerdos, y que funda y arda antes de morir. Hoy quiero recuperar todas las gotas vertidas y ser, sin ser.
Hoy la tristeza me cobija y me recoge.
Hoy el espejo me mira y al reflejarme desparrama mi agonía. Cada brillo y cada esquirla, cada brecha y cada voz.
Los sonidos disipados sobre el tacto de las sombras, los teoremas inmortales, el recuento de las horas, todo ello me conduce, se resiste y me envenena, y reflejo en el reflejo, el espejo de palabras que llovió mi corazón.
Hoy, estoy dispuesta a no ser nada con tal de dispersar la angustia. Fundirme en el mismo corte que desgarra mis venas.
Dejar que la música se afilie a todos los poros de mi piel, que surja, que brote desde lo más profundo de la afonía del tiempo; que los minutos se acompasen con la lluvia y que después caigan todos a la misma vez.
Hoy quiero disolverme en lo intangible, desaparecerme. Subir y caer, volar para no volver.
Hoy quiero ser parte del espejo.
No ser el reflejo que se adapta, no la imagen pretérita, no el tiempo que se esconde, no la rabia camuflada.
No quiero extender mis manos y golpearme en el cristal que me devuelve, injusto, la verdad.
Hoy el espejo me mira y no me permite reconocerme.
Resbalar entre las ruinas de mi corazón lluvioso para volver a encontrarme, y abrazarme entre la elipsis del miedo y el saber.
Hoy quiero desgarrarme el alma entre los recuerdos, y que funda y arda antes de morir. Hoy quiero recuperar todas las gotas vertidas y ser, sin ser.
Hoy la tristeza me cobija y me recoge.
Hoy el espejo me mira y al reflejarme desparrama mi agonía. Cada brillo y cada esquirla, cada brecha y cada voz.
Los sonidos disipados sobre el tacto de las sombras, los teoremas inmortales, el recuento de las horas, todo ello me conduce, se resiste y me envenena, y reflejo en el reflejo, el espejo de palabras que llovió mi corazón.
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