Hoy me he detenido un instante para mirar por la ventana de mi vida. Ha sido porque de nuevo esta mañana he mirado por las ventanas de otros y, desde ellas, he dibujado con los esbozos de la soledad, todas esas líneas difusas del futuro.
Me gusta mi trabajo, puedo decir mil cosas y no siempre es lo que espero de él, pero me gusta.
Me gusta porque aprendo cada día, adentrándome en el frío presente, en el lejano pasado y también en el cruel futuro de la gente.
Me disperso entre sus viejas fotos, aquellas con olor a rancio y marco añejo colocadas de forma espléndida en el aparador, con otras que se amontonan y cubren de polvo y hastío la estantería que abre paso a la nostalgia.
Cada fotografía es un instante capturado en el corazón de la persona retratada y a mi me gusta conocer y escuchar las historias que las acompañan.
Puedo imaginarme en el mismo barco, con mis viejas fotos colocadas en mis viejos muebles, y sentir desde ese mismo instante, frío, viejo también, como lo serán mis huesos.
Me sorprendo angustiándome sin saber muy bien el motivo, o queriendo no saberlo, y entonces vengo aquí y escribo, y mi miedo queda dentro de esta gran botella y navega por este mar; y por un instante se aleja… se aleja… luego mis prisas y mis cosas me retornan a mi rutina, cierro la ventana, la de mi vida, la de la tuya, la de los viejos y no permito que el aire de la soledad obligada vuelva a golpearme, pero mañana es lunes y cuando llegue de nuevo al trabajo, volveré a encontrarme con rancias fotos y mi maldita curiosidad y mi dichosa empatía harán solas su trabajo…
Me gusta mi trabajo, puedo decir mil cosas y no siempre es lo que espero de él, pero me gusta.
Me gusta porque aprendo cada día, adentrándome en el frío presente, en el lejano pasado y también en el cruel futuro de la gente.
Me disperso entre sus viejas fotos, aquellas con olor a rancio y marco añejo colocadas de forma espléndida en el aparador, con otras que se amontonan y cubren de polvo y hastío la estantería que abre paso a la nostalgia.
Cada fotografía es un instante capturado en el corazón de la persona retratada y a mi me gusta conocer y escuchar las historias que las acompañan.
Puedo imaginarme en el mismo barco, con mis viejas fotos colocadas en mis viejos muebles, y sentir desde ese mismo instante, frío, viejo también, como lo serán mis huesos.
Me sorprendo angustiándome sin saber muy bien el motivo, o queriendo no saberlo, y entonces vengo aquí y escribo, y mi miedo queda dentro de esta gran botella y navega por este mar; y por un instante se aleja… se aleja… luego mis prisas y mis cosas me retornan a mi rutina, cierro la ventana, la de mi vida, la de la tuya, la de los viejos y no permito que el aire de la soledad obligada vuelva a golpearme, pero mañana es lunes y cuando llegue de nuevo al trabajo, volveré a encontrarme con rancias fotos y mi maldita curiosidad y mi dichosa empatía harán solas su trabajo…
2 comentarios:
Muy políticamente incorrecto... ¿Qué es eso de las fotos de "los viejos"? "Los mayores"... ;)
Triste la soledad obligada... e incomprensible. Pero eso de las fotos es muy nostálgico, jeje, a mí me encanta mirar las fotos de familiares que ni siquiera he conocido... tienen un "glamour" que no tienen las de ahora.
Besos, guapa.
Bueno, si, los viejos pueden bañarnos con su soledad y su nostalgia, pero no sólo eso tienen.
Tu trabajo tiene la ventaja, y desventaja, de que te conecta con el lado humano de la vida, de que te permite conocer mil secretos y facetas que no necesariamente quisieras conocer. Pero eso te hace más humana y empática, cosa que muchos olvidamos.
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