Las llaves no hablan, lo cual es sinceramente, una pena.
Desoxidando una colección de llaves que poseo, salidas mayormente de rincones de mi casa y colocadas en viejas cajas de madera, unas al lado de viejos candados, otras, durmiendo al costado de cerraduras, la mayoría sin conocerse de nada, creo que agradecen su desentierro y la vuelta a la vida, esta vez, no como lo que son, poseedoras de grandes secretos y cómplices del pasado, sino como elementos decorativos.
Me gusta pensar que ellas son conscientes de lo importantes que van a ser presidiendo la entrada de mi casa.
¿Llaves?
Historia.
Desenterrada de óxido y del olvido.
Aquella que abría el comedor y vio, tantas y tantas veces como se reunía la familia para cenar, tras su aprobación. Aquella otra de la alcoba, que guardó en su memoria táctil, noches de deseo al abrigo de los niños. Cómo no, la Gran llave, la de la puerta de entrada, la que acompañaba en el bolsillo a uno de los hacedores de historias tras la puerta. Y la de la alacena, la del patio, la del armario de las galletas. La del baño.
Llaves de un tamaño considerable, una de ellas portadora de una herida ¿qué puerta debía abrir y cerrar que la soldaron? qué importante debía ser su uso, aquello que escondía o protegía. Cuánto lamento que no lo cuente.
En tiempos de guerra a mi abuela le pegaron un tiro en un brazo. Ella vivió en mi casa antes que yo - por eso yo vivo allí y mi casa es el mejor lugar del mundo- y me pregunto, si alguna de estas llaves sirvió en su momento para cobijarlos de un tiroteo, de un ladrón de gallinas, de...
Sea cual sea la historia que ocultan las llaves, son uno de los pocos reflejos físicos del pasado que aún conservo.
Quizá no sean tan importantes como yo quiero creer, pero no me importa. Guardan visiones que yo nunca tuve, fueron importantes para los míos, y ellas para mí también lo son.
2 comentarios:
Amiga Áspid, leo tu historia de llaves y me produce una agradable sorpresa. Algo deben de tener las llaves antiguas para que a algunos nos llamen tanto la atención. Si me lo permites, te diré que en una novela que ando escribiendo, cierta llave tiene especial importancia. El texto comienza así: No es fácil, después de tanto tiempo, estar preparado para la apertura de una puerta que quedó cerrada muchos años atrás y que ahora alguien abre con una enorme llave de hierro: anacrónica, tan diferente de las actuales, diminutas y manejables, que apenas pesan y caben en cualquier bolsillo junto a otras, por lo general apresadas en un círculo metálico forjado en una espira por la que se introducen o de donde se extraen sin el mayor esfuerzo; anillo que concentra los secretos que cada una de ellas podría contar, si un trozo de metal, labrado convenientemente por diestra mano de cerrajero, pudiera hacerlo...
Te creo, pues, cuando dices eso de que son importantes para ti porque antes lo fueron para los tuyos. A fin de cuentas, todo acaba por fundirse, incluido el tiempo.
Un abrazo.
gracias antonio.
me ha encantado tu trocito de novela aquí despachada. :D
besos.
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