-Magos de las grutas, atendedme. –
Li Po caminaba en dirección a Mhanseon- os dejo un ameno xiellit para que os
solacéis. – del interior de su saquillo extrajo un puñado de arena, que soltó
de entre sus manos formando un montoncito en el suelo. Después hizo con su dedo
un pequeño agujero en el centro de éste, y colocó en él una lágrima, recogida
de sus ojos y albergada en una de sus uñas. Por fin, y dirigiéndose a la
minúscula montaña que acababa de crear, dijo – comerás como un tigre, pero
serás una sombra entre las sombras. – y se marchó.
Maiia miraba por el ventanal oeste de la buhardilla.
Asombrada, veía como un enorme gato de pelaje anaranjado corría tras sus
compañeros que se iban escondiendo tras los árboles, bajo los bancos y dentro
del estanque.
El gato, tres veces mayor que ellos, saltaba por encima de
sus cabezas, cortándoles el paso y deteniendo su huída continuamente.
Jacques había perdido el rastro del Grimorio, Ana no
localizaba la varita, y Liam, había clavado la espada en el tronco de un sauce
en uno de sus intentos por defenderse ante el minino.
-¿Qué está
pasando ahí abajo? Preguntó Maiia sin hacer demasiados aspavientos a Li Po, que
acababa de entrar envuelto en una nube y sin haber pisado un solo peldaño de
las escaleras, éste, le contestó jocoso:
–Hay ratones en el jardín.
3 comentarios:
Pues a mí me ha encantao :P
La magia nunca se entendería sin un buen gato. Siempre ha sido así... ;D
Besos, Ana.
Núria.
besos lee.
cara te vendes.
Publicar un comentario