A veces le pasan a una las cosas por imbécil. Es lo que hay. Sabe que se mete dónde no debe, que la cosa no es para ella, que le viene grande, pero lo hace. La vida es un poco eso, o arriesgas o no, conoces los posibles resultados y los aceptas o no, juegas o no, ganas o simplemente, todo aquello que sabías que iba a pasar, pasa, y evidentemente, pierdes.
Aunque hubiera un momento en el cual quisiste creer que quizá no, que esta vez iba a ser distinto y la suerte estaba de tu lado.
Hoy me han hecho daño.
Vaya por delante que he dejado que me lo hicieran, por imbécil, como ya he dicho.
Y me jode, claro, pero me aguanto, me aguanto las lagrimas y me aguanto las ganas de gritar, las ganas de morirme también me las aguanto, y me digo, no pasa nada, ana, no pasa nada.
No pasa nada porque ya sabías que iba a pasar, ya sabías donde te metías y asumiste la posibilidad de que sucediera, así que ahora levantas el culo, sonríes, das las gracias y achantas.
Y en eso estoy, achantando.
Y ya vuelvo a ser yo, y aquí estoy, en el único lugar a donde puedo volver sin que nadie intente manipularme, a mí, manipularme a mí, que ya mandan huevos.
Debe ser la cara esta de imbécil que tengo, que se presta a que todo el mundo crea que no pasa nada por intentarlo, que total.
Y no, lo cierto es que no pasa nada, aún ha de nacer el que pueda manipularme, pero me duele.
¿eso crees? dirá ¿crees que soy capaz? ¿de intentarlo? sí, de intentarlo sí. Y se ofenderá aún más, y yo acabaré de estrellarme contra la realidad.
Pero es que ya no estoy pa ostias, sabes, que ya me han dao muchas, y no me estoy quejando ni si quiera me arrepiento, mira si soy gilipollas.
Es sólo que me duele.
Y posiblemente debería callarme pero no me da la gana, porque estoy en mi derecho de sentirme como quiera y de decirlo.
Es lo que hay, no es mucho, nunca ha sido mucho, ni si quiera suficiente.
En fin.
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