¿Acaso importa? De todos los deseos que uno pueda tener, supongo que este es uno de los más incontrolables. Uno nunca sabe ni cuando, ni como, a veces creo que ignoramos hasta el porqué de tan jodido asunto.
Uno se muere y punto, ya está, cuando le toca, nunca antes y jamás después.
Creo también que por lo menos una vez en la vida, o varias, que para eso somos humanos y fantaseamos con todo, el que más y el que menos lo ha hecho con su propia muerte; imaginarla, digo, que otra cosa muy distinta sería acertarla.
El hecho concreto lo llamaríamos videncia, y de esos, unos cuantos que no son todos los que están.
Hace un par de días tuve noticia de la muerte de un conocido que no allegado, de hecho un hombre al que hacía años que no veía, hijo de una vecina de la casa de mi infancia, y donde los recuerdos que a él me atañían, a día de hoy se resumían a su nombre, el de su hijo y, una imagen un tanto borrosa y difuminada por el tiempo de un señor mayor, corpulento, y propicio a derrochar un trato agradable con los demás.
Sus compañeros vieron volar una bola de fuego.
Literal.
La mala fortuna quiso que tropezara con un cable de alta tensión.
Qué la fortuna es muy perra y ese día, no andaba mirándole a la cara: él salió a la carretera a avisar a aquel conductor de la furgoneta que aquel cable estaba en la calzada, qué cuidado, que esas cosas, pero como ya he dicho, la suerte iba mirando para otro lado y como es de poco agradecer y de benevolente tiene lo justo y de capricho, esa mañana decidió que la furgoneta le gustaba más.
Mientras Antonio se acercaba a dar el alto, el vehículo golpeó el cable, y si el azar cuando quiere, tiene un punto antipático, los cables de alta tensión tirados en medio de la carretera, ni te cuento.
Se encabritó, fíjate, y se levantó del suelo serpenteando y cómo si de un látigo castigador se tratará fue directo hacia Antonio.
Lo electrocutó primero y lo incendió después.
Su cuerpo, envuelto en llamas cayó metros atrás.
Una bola de fuego que volaba.
Digno y propio de un expediente X.
O de una película de terror.
jódete y baila.
Supongo que si alguien le hubiera preguntado horas antes como querría morir o más simple aún, cómo imaginaba su muerte, creo que jamás se le hubiera ocurrido una muerte tan espectacular, como real, cierta y próxima.
Cómo tampoco le importó a la suerte, a la mala digo, que su idea para dejar este mundo, o su deseo, se limitara a hacerlo entre los suyos, consciente de ello y, a poder ser, en su cama.
Así que poco importa como se quiera morir uno, si a la fortuna le parece conveniente te hace salir en las noticias. No te pregunta primero, y además, nunca lo sabrás después.
Qué hija de puta.
3 comentarios:
Hola,
Una putada, de las grandes...creo. Hoy estás aquí y mañana "electrócutado"...si es que la vida es una putada y luego te mueres.
Abrazos
pues eso mismo, chema, eso mismo...
Es que os paráis a pensar unas cosas....
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