Deberíamos escribir desde la ignorancia
Claro qué, cuando afirmo esto,
doy por sentado que escribir significa vivir, y la ignorancia mencionada, no es
más que el olvido consentido de según qué detalles.
Vivo desde hace mucho, o escribo,
o por lo menos, intento ambas cosas, y, para que demonios vamos a negarlo, o
mezclar la churra con la merina, ganadera lanar como he sido mientras me
dejaron, sé, que siendo factible no es rentable. Llamemos entonces las cosas
por su nombre, no neguemos nada, y sobre todo, no mezclemos ni los bichos ni
los sentimientos, que la cosa no suele funcionar.
Doy fe de ello.
La gente no suele sorprenderme;
para mi sorpresa me maravillan o me decepcionan más los animales que son como menos
previsibles los conocidos, y todo lo contrario los que restan.
Yo, para mí misma suelo ser lo
segundo.
Así que maravillada y
decepcionada me he encontrado hace escasos minutos leyendo un texto. Un texto
de un amigo-enemigo que mantengo por pura inercia de la vida, en la vida y supongo
que de por vida con efecto retroactivo, y que me niego a encasillar ni en un
bando ni en el otro. Podría ser una paradoja, pero se asemeja más a un círculo
vicioso.
Estupidez y humano, siempre de la
mano.
Para ejemplo, valga un botón.
Deberíamos escribir desde la
ignorancia.
Viviendo el presente y habiendo
omitido del pasado aquello que nos duele o nos enoja. Y este animal que soy,
también se niega a ello. No me conviene, o al menos eso me dice la letra
pequeña que llevo tatuada a fuego en el alma.
No sabría elegir si ser la churra
o la merina, en cualquier caso, la negra. Lo que si sé es que las cercas del
corral que separan mi balido del suyo, están de puta madre donde están.
Cada uno en su corral y a la
mierda los sentimentalismos, las leyendas de textos que dibujan una pequeña
alma clara, que vislumbran quizá, que de vez en cuando puedo ser algo más que
tajante en mis conjeturas o decisiones tomadas.
Soy humana, ergo estúpida.
Pero soy más animal que humana y,
aunque quisiera olvidar que una vez, cuando aún no existían vallas y pacíamos
alegremente como dos borregos por el campo (churros, merinos, lo que te salga
de los cojones) me vendiste al perro y después llamaste al lobo mientras te
escondías cobardemente tras la espuenda, si por un momento, ese diox que tú
crees que existe y que conmigo no se habla, ese diox, que me proteja de
perdonarte y de olvidar lo que hiciste.
Deberíamos escribir desde la
ignorancia, pero yo lo hago para no olvidar.
Y que te jodan, porque el lobo no
solo me fundió a dentelladas, me enseñó además, cómo se utilizan los dientes.
6 comentarios:
Menudo desahogo.. pues nada, a seguir escribiendo.
Un abrazo
Me encantó, todo lo suelta que se siente estás, como escribís, un gusto haber pasado a conocer de vos. Te dejo un abrazote y seguro volveré.
Paréceme a mí que ni olvidar ni perdonar...Y eso es más humanos que animal.
Dirección norte.
: } { :
buenas a todos, lamento, de nuevo, repetitiva me hayo, la tardanza en contestar.
ajko tía soy :D
gracias carmen, ciertamente fue un desahogo, para que mentir sino va a ningún lado.
querido don quijote, son bonitas tus palabras, y espero verte de nuevo por aquí; aunque también es cierto que si no fueran tan bellas, también esperaría volver a encontarte.
gracias.
anónimo dirección norte...
dos cosas:
la primera, cierto es también que ni olvidar ni perdonar, hay gente que no lo merece, hay motivos para no hacerlo, hay momentos que la supervivencia depende de ello.
segunda... ¿de qué lugar te conozco?
besos para todos :D
Aspid, de NW.
Dirección Norte
: }{ :
juas!!
no sé si alegrarme o temblar.
va, me alegro :D
espero...
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