De la rabia difusa
¿Qué nos queda?
Ni el aliento de la
despedida.
De la venganza suprema
¿Cual recuerdo?
El silencio desdibuja la
memoria en su afán de vivir en el olvido.
Y sentados en el suelo,
espalda contra espalda,
yo y mi miedo mantenemos
erguidas las armas para defendernos.
Él se aferra a mi nombre,
y yo,
salvaguarda insuficiente,
percibo su aliento.
2 comentarios:
Hola
El miedo paraliza totalmente, no nos deja avanzar, aunque a veces frente a determinadas circunstancias es un llamado de alerta; en ese caso es bueno.
Interesante poema, reflexivo.
Un beso
Me quedo por acá.
lujanfraix.blogspot.com
Te dejo esta dirección porque tengo varios sitios pero en éste escribo todos los días.
Por si me visitas, si quieres y puedes, te aviso que tengo cerrado momentáneamente los comentarios por estres pero en estos días vuelvo.
Cariños
gracias luján, hermoso blog.
me alegra que te quedes, iré visitando tu espacio.
besitos y cariños también para ti.
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