Hace veinte años yo tenía dieciséis, escribíamos tu nombre con h intercalada, compartíamos porros de marihuana, -a la nieve me iba sola-, marchábamos a los conciertos de los Rollings, Manowar o Accept con la chupa de cuero, el pelo sucio y sin un puto duro porque comprábamos las entradas en la reventa, pillábamos litronas en aquella tasca y llevábamos los cascos a la otra que nos daban quince duros más, también nos escapábamos de casa, -yo más veces que tú- y pasaron cosas que gobernaron durante bastante tiempo el rumbo de nuestras vidas.
No nos perdíamos ni una sola mani, nos expulsaban del insti, a mí por revolucionaria (aún tengo aquel expediente) (lo robamos juntas ¿te acuerdas?) y a ti por costumbre, yo le rompía botellas de Jack Daniels al director en su asquerosa cabeza, -bueno, eso sólo fue una vez-, tu te fumaste entero aquel segundo de F.P. y yo lo suspendí por falta de asistencia, una mierda de ley porque tenía notable de nota media presentándome a examen.
Tú no sabías que querías ser de mayor, y yo no sabía quien era entonces.
Me echaron de Bellas Artes.
Tú recuperaste segundo.
Me echaron de casa, del trabajo y después del INEM. Batiendo récords, sí, como siempre en zona azul.
No terminaste secretariado, pero creo que por ahí andas de secretaria.
Es igual, yo no acabé electricidad y he tenido bastante suerte con los enchufes.
Compartimos risas, lágrimas, si mal no recuerdo algún novio también.
Una vez corrimos delante de un perro con rabia y alguna vez nos preguntamos si el papel de plata, tenía sentimientos.
Yo siempre he creído que sí.
A ti te gustaba espachurrarlo cuando desenvolvías el bocadillo.
Pobrecillo.
Te ponías bizca a propósito y sabías silbar, yo sigo intentando meter mis dedos en la boca, soplar y que salga algún ruido que no sea una blasfemia por mi torpeza. Te cortaste el pelo, yo me lo teñí lila… creo que mi padre aún se acuerda de aquello.
Cuando llega el invierno me duelen los tobillos, te prometí no volver a saltar cuatro metros desde el piso por vacilarte. Lo he cumplido.
También prometí no volver a patear algo que pareciera una pelota, sin haber comprobado antes que era una pelota y no una piedra de mármol. Cumplí mi promesa después de una visita a urgencias con un dedo roto. Me acompañabas tú.
No nos perdíamos ni una sola mani, nos expulsaban del insti, a mí por revolucionaria (aún tengo aquel expediente) (lo robamos juntas ¿te acuerdas?) y a ti por costumbre, yo le rompía botellas de Jack Daniels al director en su asquerosa cabeza, -bueno, eso sólo fue una vez-, tu te fumaste entero aquel segundo de F.P. y yo lo suspendí por falta de asistencia, una mierda de ley porque tenía notable de nota media presentándome a examen.
Tú no sabías que querías ser de mayor, y yo no sabía quien era entonces.
Me echaron de Bellas Artes.
Tú recuperaste segundo.
Me echaron de casa, del trabajo y después del INEM. Batiendo récords, sí, como siempre en zona azul.
No terminaste secretariado, pero creo que por ahí andas de secretaria.
Es igual, yo no acabé electricidad y he tenido bastante suerte con los enchufes.
Compartimos risas, lágrimas, si mal no recuerdo algún novio también.
Una vez corrimos delante de un perro con rabia y alguna vez nos preguntamos si el papel de plata, tenía sentimientos.
Yo siempre he creído que sí.
A ti te gustaba espachurrarlo cuando desenvolvías el bocadillo.
Pobrecillo.
Te ponías bizca a propósito y sabías silbar, yo sigo intentando meter mis dedos en la boca, soplar y que salga algún ruido que no sea una blasfemia por mi torpeza. Te cortaste el pelo, yo me lo teñí lila… creo que mi padre aún se acuerda de aquello.
Cuando llega el invierno me duelen los tobillos, te prometí no volver a saltar cuatro metros desde el piso por vacilarte. Lo he cumplido.
También prometí no volver a patear algo que pareciera una pelota, sin haber comprobado antes que era una pelota y no una piedra de mármol. Cumplí mi promesa después de una visita a urgencias con un dedo roto. Me acompañabas tú.
¿hablamos de todo lo que yo hice contigo, o por ti?
Ya no mezclo vodca y cerveza, ni bebo cariñena de garrafón desde que se me abrasaron las tripas en la plaza del elefante, ahora soy más fina –y más vieja- y me decanto por un Bach Extrissimo acompañado de buenos quesos curados.
Los fotomatones no tiene desperdicio, dos de cuatro, la mitad la guardas tú.
La otra mitad baila en mi escáner porque aún no he podido instalarlo y por ahí te vas a escapar de que hoy no cuelgue tu foto.
Entonces llevaba un tatto que me había hecho yo misma con tinta china y la aguja del compás, hace unos años un profesional me dibujó encima un tribal que parece un ojo, no, una pulsera, no, un ojo, no, una pulsera, bueno que sé yo, es un tribal.
No me he reído tanto desde lo que aquel concierto, imposible lo hayas olvidado, en todo caso salimos por la tele, lo tengo grabado, existimos entonces, tengo pruebas.
Hace veinte años yo tenía dieciséis, ayer cuando me encontré a la hermana de tu madre yo tenía veinte años más que entonces, ella me dijo que tu hija pequeña se llama Lucia.
A ella… ¿tampoco le vas a hablar de mí?
Felicidades mi querida Esther, por saber hacer algo que antes nadie jamás pudo: cambiar el pasado y enterrar a alguien, qué, lamentablemente para ti, no sólo vive, sino que además, recuerda.
Ya no mezclo vodca y cerveza, ni bebo cariñena de garrafón desde que se me abrasaron las tripas en la plaza del elefante, ahora soy más fina –y más vieja- y me decanto por un Bach Extrissimo acompañado de buenos quesos curados.
Los fotomatones no tiene desperdicio, dos de cuatro, la mitad la guardas tú.
La otra mitad baila en mi escáner porque aún no he podido instalarlo y por ahí te vas a escapar de que hoy no cuelgue tu foto.
Entonces llevaba un tatto que me había hecho yo misma con tinta china y la aguja del compás, hace unos años un profesional me dibujó encima un tribal que parece un ojo, no, una pulsera, no, un ojo, no, una pulsera, bueno que sé yo, es un tribal.
No me he reído tanto desde lo que aquel concierto, imposible lo hayas olvidado, en todo caso salimos por la tele, lo tengo grabado, existimos entonces, tengo pruebas.
Hace veinte años yo tenía dieciséis, ayer cuando me encontré a la hermana de tu madre yo tenía veinte años más que entonces, ella me dijo que tu hija pequeña se llama Lucia.
A ella… ¿tampoco le vas a hablar de mí?
Felicidades mi querida Esther, por saber hacer algo que antes nadie jamás pudo: cambiar el pasado y enterrar a alguien, qué, lamentablemente para ti, no sólo vive, sino que además, recuerda.
12 comentarios:
...pues sí, hay personas que tienen esa extraña habilidad, casi un don diría yo, el de modificar el tiempo sin necesidad de tener que viajar a través de él.
triste...o tal vez no, porque ¿ganamos o perdemos?
probablemente la respuesta esté sólo en tí, bueno, y tal vez también en ella porque ¿quién te dice que ella no se acordara de tí también en más de una ocasión?
llámala si te duele tanto.
A mí me sigue doliendo hoy cuando me viene el atravese, las llamadas que nunca hice (y que nunca me hicieron ojo), aunque probablemente fueran, esas no-llamadas mías, por miedo a perder esos bellos recuerdos del pasado ante la irreverente realidad del desconocido presente.
no sé, no quisiera rallarte más
ah no, que esta es una carta
pos eso
llámala si te duele tanto.
llámala tu, a mi no me coge el tlf.
y yo, lo único que ya quiero de ella, y te juro que antes la llamaba hermana, es que tenga dos cojones y me mire a la cara para darme una explicación, me da igual que no me convenza, que tartamudee, que todo sea mentira, pero que tenga dos cojones de enfrentarse a mi y mirarme a los ojos.
Todos cambiamos, aspid... todos cambiamos.
Pues yo podría estar en el lugar de tu amiga (más o menos) y ya no cojo el teléfono (a la útlima persona que se lo cogí se le quitaron las ganas de llamar) y no llamo y si me cruzara con algunos -dudoso, porque he cambiado (entre otras muchas cosas) de ciudad- pasaría de mirarles a la cara.
Y, para mí, no es que el pasado no exista o que no tenga el suficiente coraje para dar explicaciones.
Es una cuestión de precios, de oferta y demanda. Y de cuántas veces puede uno vivir una vida.
pues yo quiero que me coja el telefono, mira tu.
y que me demuestre que vale algo más que una mierda, o que no lo vale, pero que lo haga.
porque me lo debe.
tu no lo sabes, pero ella y yo, si sabemos que me lo debe. y no puedo ni quiero entender, la desidia, la desgana y la poca verguenza que tiene.
hasta antes de ayer creía que iba conmigo, ahora sé que no, que ha sido algo mas y que no soy la única.
a mi me lo debe.
a quien me dijo el nombre de su hija, tambien.
se ha portado como una cerda y lo unico que quiero es que de la cara, porque cuando ha tenido que jodernos bien que la dió.
no, no me siento especialmente amable, no me gusta el dolor gratuito e injusto.
Me resulta curioso leerte, Ana. Veo el dolor y la rabia en tus palabras y me pregunto cuánta gente sentirá lo mismo acerca de mí. Si habrá alguien que piense o que haya pensado, hace tiempo ya, que me porté como un cerdo, que les he jodido, que les debo una, dos, mil explicaciones.
Me pregunto si habrá gente por ahí a la que le haya dolido mi comportamiento. Mi hachazo a la hora de cortar con todo lo insano.
Gente con la que, sin duda, me habré portado mal, y que habrá pensado que soy un sinvergüenza. Que no tengo derecho ni razones para portarme como me he portado. Que debería ponerme al teléfono, dar la cara, explicar algunas cosas.
Y todavía ahora, no hace mucho, me he portado así con quien se ha querido acercar más de lo que estoy dispuesto a permitirme. Y probablemente volveré a hacerlo, hasta convertir el desprecio en virtud.
¿Sabes? Cuando uno consigue eso, lo que opinen los demás importa una mierda.
No se, será que su pasado no le gusta, que ya no va con lo que es ahora, con la personalidad que se ha construido y necesita construirse otro pasado que le haga sentirse más cómoda.
O será que un día se cansó de dar explicaciones y ha decidido que sólo se las debe a sí misma.
O simplemente tiene personalidad de gato y ha cambiado de guarida, a saber.
si german, dolor y rabia.
hasta antes de ayer solo era dolor.
ha habido momentos en los que talvez ni si quiera eso. me resigné.
la rabia aparece cuando descubro que no es solo conmigo.
¿sabes que significa eso german? que está muerta, que lo que sea que se pueda ver hoy en ella, no es esther.
es esa mierda en la que la ha convertido ese tio.
eso es el presente.
si me vuelvo al pasado, a aquel que compartimos, puedo contarte mil historias divertidas de dos adolescentes que crecian y descubrian el mundo, pero también puedo contarte muchas más en las cuales ella lloraba y a mi me partian la cara por defenderla, porque la defendí hasta el ultimo aliento german, hasta que me partieron la vida y me arrancaron todo cuanto tenia.
y cuando ya no pude más me marché, cuando ya no me quedaba nada, me fui.
y desde el destierro seguia luchando por ella, y nunca german, jamas, le pedi nada a cambio, me bastaba con saber que me queria.
que todo el dolor y todas las hostias habian servido para algo.
pero no, es todo mentira.
ella es mentira.
no podrias nunca ni imaginar el daño que me hizo, que me hicieron entre todos cuando me culparon de todo a mi, cuando me trataron como a un perro sarnoso, cuando me echaron de casa. yo aun no tenia los veinte german. durante años arrastré aquella losa y sin embargo seguí luchando porque pensaba que merecia la pena.
¿que me encuentro ahora?
ojala me odiara, ojala fuese conmigo exclusivamente, con culpa o sin ella, no me importa ese detalle, ojala hubiera algun motivo para que yo pudiera decir que si la quiero, porque aun la quiero, es porque se lo merece.
rabia sí, mucha ademas, por eso quisiera que tubiera dos cojones, porque antes los tenia y ahora es una piltrafilla asquerosa.
errantus... yo todo eso lo aceptaria, de hecho es como he actuado en los ultimos años, pero no, la carta en estafeta, es la ultima gota de veinte años de mar.
No hay necesidad de construirse otro pasado para estar más cómodo. Pero si algo no te gusta: cámbialo. Si no puedes cambiarlo, acéptalo.
Quizás sólo quiera cortar por lo sano con situaciones/personas /relaciones que ahora no le gusten. Y ahí te incluye a ti, mira tú qué putada.
No todos evolucionamos igual... ni sentimos la amistad igual, ni pensamos que ha de ser "para siempre"
Quizás solo "ha pasado página" y ni siquiera se plantea todo lo que tú te estás planteando...
Como no conocemos toda la situación, no podemos opinar con conocimiento de causa.
Besos
Como no conocemos toda la situación, no podemos opinar con conocimiento de causa.
yo si.
Pero que peligroso resulta ser amigo de esta mujer XD
Nah, hablando en serio, lo que has escrito me ha parecido maravilloso. Y lo comprendo también.
Estoy a favor de que la gente cambie, por supuesto. De que sea mejor que ayer, si de eso se trata la vida. Pero que renieguen de lo que fueron... no, eso es traición. Y es feísimo.
No se trata de no cambiar, o de creer o no en que algo sea para siempre. Se trata de que al avergonzarte de lo que hiciste, también reniegas y te averguenzas de quienes estuvieron contigo en ese momento.
Yo también tengo un par de amistades así. Y sentiría lo mismo si los viese avergonzarse de lo que hicieron.
Lo que cuentas me recuerda mucho una canción que se llama "El Satánico Doctor Cadillac", de Los Fabulosos Cadillacs. "Que el miedo te comió los pies/y que ahora sos un tipo más/y que poco a poco te fuiste yendo"
Y eso. Te entiendo y te apoyo. Por si sirve de algo...
de mucho mel, sirve de mucho.
muchas gracias :-)
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