Ándele yo dando mareos y quebrantos a esta testa que me aloja en cabida el pensamiento. O para que nos entendamos: que es octubre y todas las tendencias aciagas, pesimistas de buen ver, venidas de no sabemos donde, se estrellan contra las paredes de mi autoestima y esas cosas, y me vapulean hasta las emociones que no conocía como propias.
Tengo una idea en mente, sí, alguna me cabe -por el pensamiento jocoso que se te ha escapado y que puedo notar, punzante, desde aquí- pero contra más forma intento darle, más se escurre entre mis dedos.
Debería coger el día de hoy y aplicarme aquella sentencia tan sonora que esta boca mía suele vomitar siempre que tiene ocasión, que cuando se tercia, proclive es a aconsejar hasta cuando no se lo han pedido.
La susodicha, reza tal que así: “llegados a este punto...”
Y no tiene ni más rizo que el que se ve, ni más vuelta que la precisa, tal es que su significado, se limita a concretar que esto es lo que hay, que con lo que tienes es con lo que hay que tirar p’adelante, y que olvides lo de atrás sino es para no volver a caer en el mismo sitio.
Pero ay cuando el consejo es ajeno y lo disparas con premisa, y qué distinto cuando una tiene que hacer uso, incluso abuso, de él.
Recapitulemos, que si no, no avanzaremos.
Llevo una temporada metiéndome en la vida de los demás, y no, no como se pueda pensar a priori, sino en sus biografías y esas cosas que corriendo por Internet son de dominio público.
Me voy encontrando con licenciados, carreras universitarias rarísimas, estudios y más estudios, gente bien, culturalmente hablando. Y que con trabajo y esfuerzo, alguno con tal vez, o si no, quizá, algún enchufe, han llegado a un punto al cual yo quiero llegar.
Ahora es cuando yo he de aferrarme a mi gran consejo y decirme: “llegados a este punto…” porque si he de hacer mi curriculum y plasmarme una biografía, o bien, me la invento, o bien sigo haciendo lo que hago ahora mismo, que esto es, nada.
Llegados a este punto, Ana, en el cual, parece ser necesario y si no necesario, cuanto menos importante, tener detrás estudios más finos que una asquerosa F.P. en electricidad, un suspenso en física y un largo historial de faltas de asistencia, y aferrándote a lo que tienes que es nada y además un “nada” invariable; llegados a este punto, te repito, has de valorar lo que tienes en las manos concretamente.
Pero no puedo evitar sentirme ninguneada por mí misma, y quisiera saber por donde debo empezar.
¿Cuánto pesan las cosas? ¿qué valor tienen?
¿sabéis cuanto pesa una tonelada? El peso de una tonelada varía dependiendo de si la vas a comprar o a vender. Y aún con todo tiene un valor real que sí es calculable y además, preciso.
A veces, una necesita de una conjunción astral y de un cruce en los parámetros de la vida, pero de aquellos que no han sido estipulados con anterioridad.
Puta suerte.
8 comentarios:
Filosófica y desocupada, por lo veo... a entrada casi diaria que vas.
Yo creo que has empezado de maravilla...: recapitulando.
¿Por dónde empezar? Por algún sitio. La cuestión es empezar.
pues hombre sí, ando engrosando las listas del paro desde el mes de julio, se me acaba la prestacion y ya mismo, como me van a cortar la luz, pues no podré blogear, me aprovecho ahora que aun me queda peculio.
y ahora que ya sabes el color de mis bragas... te diré que si, que recapitulo, pero pa lo que me vale.
oye, y que si molesto dejo de escribir eh?
llama a sedi...eso y que te manden un moderador a ver si tiene huevos a banearme mrgreen
ando empezando ili, ando empezando.
te gustó el poema?
No dejes que nunca nadie te ningunee, y menos alguien que no es nadie aunque seas tú misma.
Sí, es bueno saber cuánto pesa un dolor o de qué color es un corte de luz. No sé si es útil, pero es bueno. A veces. Tampoco todo el tiempo, pero nunca nada dura todo el tiempo.
¿Por qué no hay posibilidad de comentar tus mil razones?
hola german, te agradezco que vengas sin tacos, me gusta hablar contigo y recordar de que color ves el mundo, me gusta que el borde me diga que no me deje ningunear.
puedo ver como me miras a los ojos.
curioso, sí.
gracias.
y por si no te habias dado cuenta, el trozo entre guiones, va por ti.
;)
¿porque no se pueden comentar mis mil razones?
porque he anulado la posibilidad de que pudierais hacerlo.
porque las comencé despues de leer estos otros motivos:
porque no crees en el libre albedrío.
porque estás a favor de la pena de muerte.
porque no te quieres enamorar.
porque eres capaz de discutir hasta el aburrimiento.
porque te debo una explicacion.
porque...
creo que esta es una de las pocas cosas que rescato de sedice, ¿porque?
porque las imprimí en su día.
porque alguien las ofreció libremente.
porque cada vez que lo releo veo una parte que me parece distinta.
porque nunca osaré juzgar los motivos.
porque...
...porque toda persona es una máscara.
gracias de nuevo.
No molestas, aspid, preocupas.
Precisamente porque si escribes tanto es porque sigues en el paro.
No sé, ¿cuánto pesas tú?
Sí, aspid, me gustó el poema.
¿cuanto peso yo?
buena pregunta.
¿mi culo o mi alma?
¿mi vida o mis textos?
¿cuanto peso?
¿compro o vendo?
si vienes a comprar, me dirás que el peso no enrasa, que está mal tarado y que realmente no llego a la tonelada, qué quieres pagar algo menos de lo que digo.
si tengo que vendertela, logicamente te diría que ni hablar del tema, que mi tonelada, pesa lo que pesa, y que incluso puede que algo más.
pero llegados a este punto yo no estoy para vender nada ¿cuanto peso? ¿cuanto valgo?
tásalo tú.
Hola, Ana, te agradezco que me digas, por segunda vez, que no te gusta que diga tacos en tu blog. A lo mejor con una habría sido suficiente, pero lo tendré muy en cuenta, no te preocupes.
Porque las bocas de metro escupen ataúdes de dos metros...
Sí, ya sé. Pero eso no significa nada. Nunca lo hizo. Triste suerte.
di todos los tacos que quieras german, pero de vez en cuando, ven y habla como lo hiciste ayer.
porque la verdad se escribe con agua hirviendo sobre piedras de hielo...
porque fuiste tu quien me enseñó que existen números que no son pares ni nones.
porque cada ocasión tiene su veneno.
y porque es tu espada.
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