Mi perro le ladra al aire. Hoy es un día más, el cielo sigue siendo azul y las nubes se pasean entrecortadas dibujando algodones.
La consciencia temporal desaparece cuando no tienes reflejos racionales ni almanaques que señalen las caídas.
Los planteamientos sobre la muerte no existen, el dolor es mayoritariamente físico.
Las situaciones se suceden por inercia.
Recordar el pasado es meramente instintivo.
Déjame comer chocolate con almendras. Quiero volver a subir las escaleras de madera, me detendré en el peldaño más ancho, el cuadrado, ese que hace la curva. ¿qué es esto? Ayúdame a subir. ¡una tortuga! ¿puedo quedármela? La pondré en una palangana con agua, le daremos lechuga y le buscaremos unas piedras. ¡qué bonita! Freiremos rosquillas en navidad, con azúcar, mucha azúcar y también le pondremos azúcar a las palomitas. Me gustan más si llevan sal. Siempre igual.
Al final no fuiste a Ordesa, no volviste a Suiza.
Yo quería ser mayor, me quemaba la prisa en los dedos. Irme.
Entonces el cielo también era azul. Todo pasa, apenas cambia el escenario.
Mi madre me lavaba las manos antes de cenar, me ponía tiritas en las heridas, me sentaba en el bordillo de la bañera, me frotaba con alcohol después de la ducha y me secaba el cuerpo con el aire calentito del secador, reíamos.
La abuela me rascaba la espalda la mañana de los sábados y me cantaba canciones sobre ovejas en cabañas, el mundo era un lugar bonito, dulce y acogedor.
¿dulce? Caramelos, montones de caramelos sobre la mesa. No quiero los de limón, guárdame todos los de fresa.
No, no quiero que me cortéis el pelo, no quiero parecer un chico, y deja de ponerme mercromina en las rodillas. Me he caído jugando a futbol ¿Qué pasa? Es mi cicatriz y me acompañara toda la vida, me da igual que esté en la frente.
Juanra, déjame el monopatín, va, venga, porfa, nos tiramos los dos, yo delante, cuidado con la curva. Deja de reírte porque me haya roto el pantalón.
No, no sé cuantas son ocho por nueve si no hago trampas, y sí, aún sumo con los dedos y anoto las que me llevo con lápiz, igual que hace treinta años.
En cierto modo nunca me he ido y sin embargo no puedo volver.
El cielo continua siendo azul. Nada se detiene. Rueda y rueda.
El fin de las cosas no está pautado.
Se inventa, se imagina, se crea, se vive.
El fin de las cosas habita en la memoria.
O por lo menos eso espero.
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